Capítulo 56| Reencuentro

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Tras varias semanas de haberme ido a acostar hasta tarde, perder el tiempo dando vueltas ansiosas de un lado a otro en cada centímetro de la habitación y haberme acurrucado en la alfombra a ver películas horrendas a nivel de escritura, pero que me...

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Tras varias semanas de haberme ido a acostar hasta tarde, perder el tiempo dando vueltas ansiosas de un lado a otro en cada centímetro de la habitación y haberme acurrucado en la alfombra a ver películas horrendas a nivel de escritura, pero que me hacían reír a montones, llegó el día en el que finalmente mi crisis se daría por terminada. Menos mal, porque ya me estaba enfermando de agotamiento. Me había desvivido anhelando las vacaciones desde el primer día de clases y recién estaba harta de ellas.

Le había colocado mayor empeño del común a mi arreglo debido a que me encontré con la gracilidad de una pequeña voz en lo recóndito, la cual me repetía que debía causarle una buena impresión, dado que aún no me lo metía en el bolsillo, y por lo tanto no podía concederme el lujo de descuidarme ni de dejar descansar los brazos. Apenas era la hora azul en mi amanecer, mi campo de cultivo necesitaba que verificase el estado del clima.

El sol de enero no suele brillar como el de julio. Aun así, se esmeró en amenizar lo ajetreado de la mañana. Los pasillos de la escuela pronto fueron inundados con el conjunto de estudiantes que se reunían después del largo periodo de recobramiento de las fuerzas. Todos, salvo uno que otro despistado, presentaba una actitud de euforia incontenible por ver de nuevo a sus amigos, y recobré el ánimo al recordar que en esta ocasión yo también figuraba dentro de la lista, con un solo nombre en específico.

A medida que fui avanzando, me recibieron un millón de abrazos que divisé en la periferia, así como chillidos que funcionaron para perturbar mi calma. Yo ya le había dado la bienvenida a Hange fuera del ojo público, y aparte de ella no había muchos a los que estuviese ansiosa de recibir.

Sabía que Levi se encontraría en medio de la multitud, aunque todavía no hubiésemos cruzado ni un gesto. Incluso si no era como yo lo creí, podría correr con la suerte de que hubiese madrugado para no tener que verle la cara a ninguno antes de que fuera necesario ni soportar esas muestras de efusividad que muchos no tenían reparo en demostrarse abiertamente. En ese aspecto, concordaba con él.

Como de costumbre, Hange había tomado la batuta en la conversación desde que empezamos a conversar tras oír la alarma.

Comenzó a relatarme cuánto se había divertido, asegurando que a pesar de ello, le hacía falta mi compañía, que ahora que sus energías se habían renovado, estaba preparada para todo lo que la vida le pusiera enfrente.

—¿De modo que ya te olvidaste del vecino de al lado? —planteé con picardía.

Los guiños perennes me pronosticaban sin mucho margen de error a qué se refería. ¿Cómo culparla? Hasta los genios deberían tomarse un descanso en ocasiones. Esa presión para realizar avances de prestigio debe ser agotadora.

—No sería correcto estar con dos a la vez —dijo, como si tratara de aferrarse a su disposición. Se me escapó un «Vaya» suspicaz—. ¿Por qué tan nerviosa? —Me dio un codazo mientras esbozaba una sonrisa insinuante, de esas que anticipaban un mal augurio seguido de la famosa sesión de preguntas y respuestas.

A FOUR LETTER NAME© [VOL. 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora