—Supongo que eso es todo, ¿verdad? —quiso confirmar, sacándome de los pensamientos catastróficos.
—¿Todo? —inquirí, aturdida. Según yo, no quedaba nada pendiente de ser añadido.
—Lo que querías que habláramos.
—¿Por qué preguntas? —Entrecerré los ojos.
—Llámame paranoico —chasqueó la lengua, como Levi tenía por costumbre—, pero me da la impresión de que esto es... una especie de despedida. —Antes de que alcanzara a objetar, añadió con sutileza—: ¿No tienes algún otro cierre pendiente por ahí? Digo, aprovechando que ya te tranquilizaste.
Para mí resultó tan evidente como pernicioso. Me reí por compromiso, no porque me pareciera entretenido. Qué infame esa costumbre de dejar lo peor justo antes del cierre.
—Ah —me tensé ligeramente, reconociendo el sentido de su cuestionamiento—, te refieres a eso. —Se quedó callado, silencio que interpreté como un indicio de que debía seguir—: Sí, es que... Hace mucho que no sacabas el tema.
Y por lo mismo, no me sentía preparada. De nuevo tendría que comprobar en carne propia que debes atenerte a las consecuencias de ser sincero.
Si existiera una variable en común de todas esas relaciones fallidas que tuve, me inclinaría por la falta de cierre. A la mayoría no los volví a ver después de la graduación, y mientras esta llegaba, me especialicé en ignorarlos. Varios meses después, los eliminé de redes sociales, perdiéndoles la pista. Quería alejarme de la destrucción mutua, solo que al escribir sobre ellos me robé a mí misma la oportunidad de sentirme libre, como ahora pretendía hacer con él.
Pensando en retrospectiva, Colt se había ganado a pulso un lugar indispensable en mi corazón. A fin de cuentas, fue el único que me había tratado con la dignidad propia de un ser humano, y como a una amiga. No merecía que le dejara el hueco de un insulso olvido. No se trataba de mí, sino de él.
—Lo sé. —Percibí que se le había formado un nudo en la garganta.
—Si tienes algo que decirme, adelante. Prometo no salirme de mis casillas ni hacer un escándalo. —Levanté la palma de modo solemne.
Comenzó a mover las manos sin ritmo alguno, abriendo y cerrando los puños. Sin duda, cada uno se armaba de coraje a su manera.
—Pues... Es que... ¡Aaaj! —se quejó, y yo no dejaba de mirarlo—. No soy bueno con estas cosas. Es... como cuando salimos de la prepa. Ya no quise ir a verle la cara a nadie, y supongo que eso te incluía. Fue un año terrible, quería alejarme de todas esas personas que me recordaban lo que había sucedido. A pesar de ello, me quedé con la espinita de que no nos habíamos despedido como era apropiado. Ni siquiera te vi en la fiesta de graduación. Cambiaste de número y, aunque seguíamos siendo amigos en las redes sociales, nunca tuve el valor de hablarte porque pensé que estabas enojada conmigo. Aun así, te juro que nunca le hablé a nadie de lo que puedes hacer, lo mantuve como una especie de secreto sagrado. Tampoco te lo dije, pero en mis días más oscuros se me ocurría tomar una de tus cartas para tratar de conectar contigo y, cuando funcionaba, me sentía revitalizado. Como si estuvieras a mi lado, recordándome que aún tenía una misión pendiente de cumplir. Que tenía que anteponerme a mis vicios y debilidades. No sabía cómo ni cuándo, pero no perdí la esperanza de que nos reencontraríamos. En serio me dio mucho gusto darme cuenta de que todo seguía igual entre nosotros, no resultó como lo esperaba. Ayudarte nunca ha sido una carga para mí, al contrario. Fue gracias a eso que no terminé hundiéndome definitivamente. Pero creo que, dadas las circunstancias, ya no me necesitas.
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A FOUR LETTER NAME© [VOL. 2]
Hayran KurguAbarca del capítulo 51 en adelante, hasta que la historia termine.