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"Contrólate, contrólate ya", se repetía Minji mentalmente.

Y es que, ver a la preciosa omega a unos metros de ella y muy cerca a la australiana empezaba a sacarla de sus casillas. No sabía realmente si tenerla en la misma facultad era bueno o malo. Ya no sabía qué pensar después de la tonta escena que armó afuera de la universidad.

La azabache estaba detestando con cada fibra de su ser a su loba. Odiaba que tratara de gobernarla a la fuerza y le impusiera cometer acciones que ella en su estado racional no haría.

Su aroma se había vuelto agrio y levemente cargado de enojo, por lo cual nadie se atrevía a acercarse, a excepción de su mejor amiga.

—Ya, deja de gruñir que muchos están que te miran. Es más... ¿Por qué siquiera estás aquí? Dijiste que no querías ver a nadie —replicó Hyein—. Tan solo espero que no vuelvas a reaccionar de forma violenta.

—No sé qué me pasa, mi estúpida loba no ayuda en nada.

—Y es por Haerin, ¿cierto?

—Ah, sí —chasqueó la lengua—. No sé qué hacer, Hyein. No quiero sentirme así.

—¿Así cómo? —la más alta dejó su emparedado en el plato de plástico y dirigió toda su atención a Minji.

—Es, es extraño —suspiró—. Mi loba intenta controlarme, quiere estar cerca de Haerin, mis pies se remueven queriendo caminar hacia ella y apretujarla con delicadeza. Su dulce aroma me tiene mal.... ¡Ahg, esto es absurdo! —se quejó sintiéndose perdida.

Hyein se quedó pasmada ante la confesión.

—Esto es impresionante —murmuró—. Jamás creí que escucharía algo como eso de tu parte.

—No quiero sentir eso. Ya te lo dije, Lee.

—¿Pero qué hay de malo?

—Todo está mal. Yo no quiero involucrarme con nadie.

—¿Piensas estar así toda tu vida? —cuestionó fastidiada. El tema y la ideología de Minji llegaban a exasperarla—. ¿Crees que podrás contra tu loba?

—¿Quieres ver?

—¡Por la Diosa! —exclamó en medio de susurros—. Hace unas horas atrás casi te agarras a golpes con Marsh —le reprochó—. ¿Y por qué? Así claro, por la fuerza que tiene tu loba sobre ti. Quizás yo tampoco lo entienda, pero Minji... ¿Y si te está dando una señal? —aquella pregunta le hizo dudar—. Tú nunca habías reaccionado de manera impulsiva y posesiva con una omega. Tal vez tu loba ha reconocido a Haerin como... —fue interrumpida por la mayor.

—¿Mi pareja destinada? —sonrió ladina—. Pf, hazme el favor, Hyein. Ese maldito cuento no existe para mí.

—Deja de hablar así, eres joven e inexperta como yo —dijo entre dientes—. ¿Por qué estás tan segura?

—Esa tontería no existe en la actualidad. Solo son mentiras para conseguir pareja.

—¿Entonces tu propia loba te está mintiendo?

—Puede ser, mi yo racional no sería capaz.

—¿Eres consciente de lo que estás diciendo? —cuestionó mirándola con incredulidad—. Tu loba es parte de ti, de lo que eres, de tu esencia y tu vida.

—No exageres, no me harás cambiar de opinión.

—¡Ya basta! —gritó, harta de lo mismo. Golpeó la mesa con ambas manos y se levantó con rapidez—. ¡Cuando estés totalmente segura de lo que te pasa y cuando puedas aceptarlo, me hablas! ¡No puedes seguir así, ya deja el pasado, ese pasado que no es tuyo!

—¡Pero es mi madre! ¡¿Qué quieres que piense entonces?! —alzó la voz también, ganándose las miradas atentas de los demás.

—¡Quiero que pienses en ti!

—¡Por eso, yo hago lo que creo que es mejor para mí!

—¡Pero no de una manera sana! ¿Planeas esconderte y rechazar cruelmente a los demás todo el tiempo? ¿Qué clase de vida es esa?

—¡Es mi vida! ¡Eso no tiene que importarte! —gritó aquello, callando a Lee de inmediato. Notó su mirada, se estaba sintiendo dolida por su causa.

—¿Eso crees? ¿Crees que no debes importarme siendo yo tu mejor amiga? —sonrió con desánimo—. Qué buen concepto de amistad tienes, eh —soltó sarcástica, tomando su mochila y saliendo del comedor para evitar otro escándalo—. Solo trata de pensarlo mejor —fue lo último que le dijo para después desparecer por completo.

Minji ahogó un grave grito de impotencia. ¿Por qué todo le estaba saliendo mal?

"¿Qué tan difícil es que logren entenderme?", pensaba insistentemente.

La azabache no quería cambiar ningún aspecto de su vida, pero maldecía al notar que estaba sucediendo todo lo contrario.

Desde que pudo reconocer el aroma de Haerin, muchas cosas habían sucedido y ella no pudo detenerlas gracias a su loba o quizás por culpa de destino.

Las ideas le revolvían la cabeza y las sensaciones que empezaba a sentir cada vez que veía a la omega la descolocaban.

"¡Maldición! Ni siquiera han pasado muchos días"

Tan irónico y a la vez tan cierto, tan rápido y a la vez tan sofocante. Tan inexplicable que ni siquiera podía pensar bien.

Quizás debería hablar con su mamá cuando llegue a casa.

Quizás debería hablar con su mamá cuando llegue a casa

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la princesa y la plebeya; catnipzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora