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Minji apresuró el paso para salir lo antes posible de aquella universidad. No había vuelto a hablar con Hyein ese día y tampoco era como si quisiera ver a la omega junto a Danielle.

Ah, ver a ellas tan juntas era la peor parte para la azabache.

Había sido un mal día para ella, como casi siempre, y pues saber eso, no la hacía sentir para nada mejor.

Tomó el autobús en su ya tan conocido paradero y se sentó en los asientos de al fondo, esperando todo el largo transcurso que le quedaba hasta poder llegar a casa.

***

Metió la llave y quitó el seguro de la puerta, abrió con lentitud y sintió más calma al estar en la calidez de su hogar. Dejó la mochila en el sofá y vio el reloj en la pared. Tan solo faltaba media hora para que su mamá regresara del trabajo.

Se dirigió a la cocina y lavándose las manos, decidió preparar el arroz para el almuerzo. Se esmeró en hacerlo bien y luego de aquel tiempo transcurrido, sonrió levemente al escuchar que la puerta principal era nuevamente abierta.

Los pasos fueron más sonoros y ese aroma que tanto adora se hizo más fuerte.

—Hola, cariño —habló la mujer, con una deslumbrante sonrisa que iluminaba toda la soledad de la casa.

—Mamá —susurró, corriendo para después abrazarla con mucha fuerza.

Nadie podía saber cuán grande e inmenso era el amor que tenía por su madre omega. Nadie quien no fuera ella, sabían de la adoración pura y el gran respeto que tenía por Jisoo.

Absolutamente nadie sabía de la admiración que albergaba Minji al saber lo duro y arduo que trabajaba su madre para poder sacarla adelante desde que era una cachorra.

—Oh, mi pequeña —comentó Jisoo con dulzura, su instinto de omega maternal salía más a la luz y correspondió el abrazo de inmediato.

Minji ocultó su nariz en el cuello de la mayor, necesitado de la calidez y el aroma de su madre. Había tenido un día desastroso y tan solo a veces anhelaba ser una niña otra vez para que la omega volviera a acurrucarla entre sus brazos.

Pero nadie tenía que saber aquello.

Nadie tenía por qué saber que en realidad poseía un corazón muy frágil, un corazón que sufrió la separación de sus padres y vio la etapa de sufrimiento que su progenitora omega pasó por un buen lapso de tiempo.

—¿Qué pasó, Minnie? —preguntó Jisoo, estaba empezando a alarmarse—. ¿Todo bien?

Comenzó a darle suaves caricias en la espalda, tratando de tranquilizarla al sentir que su pequeña estaba abrumada y triste.

Jisoo estaba segura de ello, su loba lo presentía.

—N-no, casi nunca tengo un buen día —soltó un suave sollozo. Se sentía tan desorientada.

—Vamos, Minji, puedes confiar en mamá. ¿Qué es lo que te está abrumando? —tomó los brazos de su hija para separarla de ella, acunó su suave rostro entre sus manos y le dio un casto beso en la frente, tratando de calmarla aunque sea un poco.

La azabache suspiró gustosa ante la muestra de cariño y se esforzó para poder hablar con coherencia.

—Hace unos días conocí a una omega —susurró—. Mamá, yo no quiero sentirme así.

—¿Una omega? —Jisoo evitó a toda costa emocionarse tal cual su loba hizo dentro suyo. Y es que para la mayor era más que sabido que su hija era un tanto áspera y fría con los demás.

Pero ahora, el tema de conversación la estaba poniendo ansiosa. ¿Sería posible darse la ilusión de que su pequeña pudiera darse una oportunidad?

—Bueno, este es un tema muy importante, ¿si? —la joven alfa asintió levemente—. Así que por hoy déjame preparar el almuerzo y tú descansa al menos un rato.

—Pero... —fue interrumpida.

—Nada de peros. Descansa y trata de ordenar tus pensamientos un poco. Almorzamos algo ligero y después hablamos con toda la calma del mundo. ¿Está bien? —sugirió con suavidad.

Minji relamió sus labios y decidió asentir nuevamente. Jisoo le dio un corto abrazo y después de acariciar suavemente su mejilla, le dejó que se recostara en el sofá.

La omega trató de cocinar lo más rápido posible, y es que anhelaba poder escuchar todo lo que su hija tenía que decirle.

Además que ella también tenía que darle una noticia y, realmente no sabía si a Minji le agradaría del todo.

Además que ella también tenía que darle una noticia y, realmente no sabía si a Minji le agradaría del todo

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la princesa y la plebeya; catnipzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora