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—Ya~ Minji boba —comentó la castaña con cierta diversión—. Aquí me quedo yo, y tú ya deberías de ir a tu salón antes de que sea demasiado tarde —intentó regañarla.

La alfa sonrió tal cual enamorada, sosteniendo la cintura de la más baja con ambas manos. Haerin se apenó rápidamente, pero a la azabache no le importaba estar así de cerca con su omega y mucho menos si se trataba de pura gente curiosa y carente de vida propia.

—Yo podría quedarme así todo el tiempo —murmuró suave, solo para que llegase a los oídos de Hae. Llevó su nariz a la curvatura del cuello adverso e inhaló con sutilidad el dulce aroma—, en mi lugar favorito —dejó un casto beso. La omega se estremeció ante el contacto de aquellos esponjosos labios en su piel.

—Mi-Minji —suspiró, colocando ambas manos en los firmes hombros de la alfa, con la intención de alejarla levemente.

—¿Qué ocurre? —cuestionó con cierto ápice de preocupación, pero a la vez entendió el gesto por lo cual se separó mínimamente, haciendo que ambas narices se rozaran.

—Aún no estoy acostumbrada a esto —comentó, a penas y haciendo contacto visual con Minji—. ¿Podrías no ser tan expresiva? Tan solo un poquito.

La azabache sonrió sintiéndose más calmada. Su mente había maquinado demasiadas cosas y la mayoría de ellas no eran favorables.

—Es que es inevitable siendo que mi omega es demasiado bonita —respondió, su sonrisa se curvó aún más al ver la conmoción en Haerin. Podía darle todos los halagos del mundo a cada momento del día y la castaña siempre terminaría con un tierno rubor en las mejillas—. Además, si lo dices por los tontos que nos están mirando con cara de envidia, pues solo ignóralos.

—No es tan fácil —replicó haciendo puchero. Minji no pudo evitarlo y la besó fugazmente. Lo suficiente como para después sentir un suave golpe por parte de la menor.

—Bien, trataré de medirme —habló en cierto tono dudoso. No es como si ella misma estuviera totalmente segura de que no volvería a hacerlo.

—Gracias —susurró, mostrando esa sonrisa en donde lucía sus adorables encías y sus pequeños colmillos.

—Mhm... —su rostro mostró un gesto pensativo—. ¿Debería de tener un premio por eso?

Haerin tan tímida como se sentía en ese instante, mordió su labio inferior, asintiendo un par de veces ante la pregunta. Tomó las mejillas de la alfa y le dio un suave beso, un toque realmente corto pero profundo a la vez, el encaje de ambos labios, a pesar de su diferencia en tamaños, era simple y llanamente perfecto.

La omega separó su rostro casi al instante y Minji apreció aún más el sonrojo que ahora era efusivo.

—Bueno, ahora sí puedo ir a mis aburridas clases —chasqueó la lengua, no queriendo separarse de Haerin—. Pero prometo llegar rápido para el receso, creo que ya es momento de concurrir a la cafetería. ¿Qué dices tú?

—Eso suena muy bien —tanto su loba como su corazón saltaban de manera acelerada.

La alfa cada vez mostraba lo mucho que quería estar a su lado, sin pena o miedo a esconder lo que poco a poco estaban construyendo. Minji le daba esa seguridad que se estaba esforzando en obtener y que muy pronto formaría parte de ella misma.

—Ahora sí tengo ganas de ir y acabar con esas horribles horas lo más pronto posible.

Haerin soltó una risita.

—Boba.

—¿Tu boba? —preguntó siguiendo el juego, metiendo sus manos en los bolsillos de su chaqueta.

la princesa y la plebeya; catnipzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora