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—¿Vamos a la cafetería? —fue la alfa quien preguntó primero al enlazar el brazo de Haerin con el suyo—. Necesito decirte algo muy importante.

—¿De verdad? —la sorpresa no cabía en sí misma. Y es que en todas las semanas que habían transcurrido, siempre permanecían en la biblioteca cuando la hora del receso iniciaba.

—Claro que sí. ¿Por qué lo dudas? —inquirió con media sonrisa divertida plantada en el rostro.

—Es que- —su respuesta se vio interrumpida por el cruce abrupto de un omega.

—¡Cuidado!

Minji no era alguien estúpida, por lo que no le costó entender que aquellas acciones eran para simplemente fastidiar a la castaña, quien tuvo que sostenerse de su antebrazo para no caer estrepitosamente.

—Hey, tú, detente —fue lo que vociferó la alfa luego de incorporar el pequeño cuerpo de Haerin.

El omega se detuvo, girando lentamente para enfrentarse a la azabache.

—¿Sucede algo, cariño? —ese tono, agh, ese tono agudo y chillón era algo de lo que Minji no toleraba.

—Pídele perdón.

—¿Qué? —el rostro simpático de aquel chico se desfiguró en indignación completa.

—Confío en que tienes algo de cerebro y puedes comprenderme —volvió a atacar, mostrando aquella imagen tan arisca e intimidante que tanto le caracterizaba—. Vamos, empujaste a mi omega e hiciste que se tropezara. Un par de disculpas es lo único educado que puedes hacer.

"Mi omega". Haerin se ruborizó al escucharla, pero de pronto cayó en cuenta que debía detener a Minji para que no reaccionara de peor manera ante la actitud del otro.

—Déjalo —empezó a hablarle de forma sutil, intentando tomarla de la mano—. Vámonos a la cafetería, por favor.

—No, no voy a irme hasta que él se disculpe contigo.

—Entonces puedes quedarte esperando toda la vida porque no pienso hacerlo —contestó enojado, cruzándose de brazos para dar media vuelta y seguir su camino.

Date la vuelta y pídele perdón a mi omega —demandó—, ahora.

Por naturaleza, el omega reaccionó ante la inusual voz de mando. Su sumisión salió a flote y se quedó tenso ante los ojos de la alfa.

—M-Minji, solo déjalo.

—No, él y los demás tienen que aprender que no pueden arremeter contra ti —alzó la voz en cuando dijo todo aquello, ganándose la atención de muchos—. Ni burlas, ni empujones, ni nada. ¿Tú me entendiste? —se dirigió al omega que estaba a unos metros lejos suyo. El pobre como pudo, asintió dificultosamente—. ¡¿Quedó claro para todos?! —la exigencia salió con potencia.

El silencio fue sorprendente, Haerin mordió su labio inferior para no sentirse más cohibida de lo que estaba. Si bien Minji había utilizado su voz de mando, no le afectaba como las primeras veces porque su loba y ella podían sentir que lo hacía en forma de protección.

"Nuestra alfa es la mejor".

—Min, vámonos —rápidamente la haló de la muñeca, saliendo con dirección hacia el verdoso campus.

La aludida se dejó llevar por la omega, después de todo lo único que quería era la tranquilidad de ambas.

—¿Qué pasó? ¿Te sientes mal? —fueron algunas de las preguntas que rodearon a Haerin ni bien se alejaron de las tediosas aulas.

La castaña negó con un simple movimiento de cabeza, sintiendo algo cálido y bonito envolverle el corazón cuando la mayor le mostraba su preocupación completa.

—¿Y entonces? ¿Fue alguno de esos estúpidos? —la más baja sonrió levemente al ver el ceño fruncido de Kim—. ¿P-por qué sonríes? —detuvo su cuestionario al ver los gestos de Hae.

Estaba confundida.

—No es nada —murmuró, mordiendo suavemente sus finos belfos.

—¿Segura? —entrecerró sus ojos, intentando buscar algún atisbo de mentira en la mirada adversa.

—Muy segura —susurró y sin poder evitarlo, se abalanzó; abrazándose al torso de Minji y recostando su cabeza en el pecho de la alfa—. Me siento muy segura contigo a mi lado.

La azabache se sorprendió ante las palabras y su loba interna aulló con euforia al sentir que estaba cuidando bien de su omega.

—Pero hagamos que esta seguridad se vuelva parte de ti también, Rin —comentó bajito, abrazándose gustosamente a la cintura de la chica—. Quiero que tú te hagas dueña de una seguridad profunda, una que nadie pueda quitarte con palabras vacías. Eres una omega preciosa y noble, no mereces ser tratada así nunca más. ¿De acuerdo? —susurró, acercando su nariz a la contraria para iniciar una fricción lenta y delicada.

—De acuerdo —el pacto se vio sellado cuando los voluminosos labios de la mayor se juntaron con los de Haerin en un tacto acompasado y tierno.

Movimientos tallados castamente en un encaje puro y perfecto. Alfa y omega sintiéndose en cada respiración y suspiro, compartiéndose los mismos latidos acelerados, y sumergiéndose en lo maravilloso que era la sensación de haberse encontrado finalmente por obra de la Diosa Luna.

El beso culminó en un adorable chasquido. Las mejillas sonrojadas de Haerin eran muestra de la bruma de emociones que recorrían dentro de ella, y la sonrisa tímida de Minji demostraba el estado calmado y enamorado en la cual se había quedado permanentemente gracias a su linda omega.

La más alta volvió a acercarla a ella, reposó su rostro en la curvatura del cuello y hombro de Haerin, e inhaló tranquilamente el dulce aroma a manzanas y caramelo. Se sentía tan cálida y agradable, comprendiendo así que todo lo que conformaba a la omega, era parte esencial de ella.

Pareja destinada, no había frase más detallada para lo bonito que todo se sentía cuando estaba cerca de Haerin, y esa era una de las mayores razones por la cual anhelaban seguir juntas por un largo y extenso camino de vida.

—Min... —de pronto ella recordó algo—. ¿Qué era lo tan importante que ibas a decirme? —unas suaves risitas brotaron del fondo de su garganta cuando sintió como la nariz de la alfa le hacía cosquillas en la sensible piel de su cuello.

—Ah, cierto —se separó mínimamente—. Quería pedirte si podías acompañarme a mi casa este sábado.

—¿A tu casa? ¿Por qué?

—Quiero que conozcas a la persona que me amó desde el primer momento en que nací.

Haerin escuchaba atentamente, aún no sabía qué decir.

—Quiero presentarte oficialmente a mi madre omega.

—Quiero presentarte oficialmente a mi madre omega

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la princesa y la plebeya; catnipzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora