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—¡Dani, encontré el libro que quería! —se acercó rápidamente a la alfa, con una sonrisa amplia y su aroma dulzón deleitando parte del lugar.

—Bien, Hae, ahora vamos al comedor —le sonrió de igual manera—. Muero de hambre —hizo un pequeño puchero, tomando a la castaña por los hombros y yendo así al dichoso lugar.

—¡Sí! Yo quiero galletas de chocolate —exclamó animada.

—¿Y si para eso y un par de bebidas más vamos a la cafetería de la que te conté?

—¿Invitarás tú?

—Eso es jugar sucio —Danielle se hizo la indignada—. Pero bien, yo invitaré hoy.

La omega sonrió con diversión. Casi siempre Dani decía eso y no había oportunidad en la que ella pudiera invitar al menos una vez a la australiana. Pero de todas formas, algún día lo lograría.

***

—Hey, Minji, ¿estás bien? —la alta chica la sacudió levemente, habían pasado segundos desde que la llamaba y esta parecía metida en un profundo trance.

"Manzana y caramelo".

—¡Minji!

—¿Qué, qué pasa? —sacudió su cabeza al fin.

—Aleluya —resopló—. ¿En qué pensabas? Te estuve llamando como idiota, de seguro el profesor ya llegó al aula —chasqueó la lengua con fastidio.

—Uh, lo siento, me desconcentré con algo.

—Está bien, no importa. Vámonos ya.

La mayor se levantó rápidamente, tratando de estirar su cuerpo con levedad por estar tanto tiempo quieta.

—Ah, por cierto —volvió a decir Hyein, lanzándole una manzana—. Tu fruta.

Kim pudo atraparla con facilidad y sonrió brevemente.

—Gracias Hyeinnie.

—No hay de qué.

Y así, ambas corrieron con cierta prisa, rezando por no ganarse un gran sermón.

***

—¿Ya estás lista? —cuestionó Lee mientras guardaba sus cosas en la mochila.

Las últimas horas de clase por fin habían culminado aquel día y todos los estudiantes ya casi ni estaban.

—Unnie~ ¿Podemos tomar algún café? —una omega de rubio cabellos y dulce mirada se acercó a Kim.

La azabache respiró profundo, tratando de no perder la paciencia.

—Creo que en todo este tiempo que compartimos clases ya debes saber que no estoy interesada en salir con alguien.

—Pero...

—Pero nada. Ya me oíste así que lo mejor sería que desaparezcas de mi vista, niña —evitó soltar un gruñido, tampoco quería espantar horriblemente a la joven chica.

Hyein se acercó más a ambas y carraspeó incómoda. Siendo tan empática, sentía una leve lástima por todas aquellas personas que añoraban algo con su mejor amiga. Para Hyein, esto sería algo difícil, pues Minji se encargaba de no dar esperanza a nadie y alejaba a todos los que se atrevían a invitarla o halagarla.

—Puedes dejarnos solas, ¿por favor? —recalcó Minji algo fastidiada.

La rubia asintió torpemente, yéndose del salón con rapidez.

—Al fin —murmuró, soltando un sonoro y cansado suspiro de sus labios.

—Bueno, vamos a la cafetería que te dije. Estoy segura de que te aceptarán —sonrió tratando de animarla y dispersar el mal momento.

la princesa y la plebeya; catnipzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora