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El sábado había llegado más rápido de lo que, quizás, Haerin hubiera deseado. Pero no, no lo malentiendan, es solo que se encontraba demasiado nerviosa hasta para creer que iría a conocer a la mamá de Minji. Las probabilidades de poder agradarle a la omega mayor le preocupaban y no podía evitarlo.

La castaña ya se había despertado, pero esperó a que la alarma sonara para levantarse por completo. Rápidamente tendió su cama y tomó todas las cosas de aseo para poder darse una relajante ducha. Su horario estaba marcado, así que no podía pasar ni un minuto más, ni un minuto menos. La alfa azabache le prometió pasar por ella mucho antes del mediodía.

Antes de todo, Haerin realmente estuvo pensado muy bien con qué clase de ropa vestirse. Su cabeza lidiaba en: no tan formal, no tan exagerado, no tan llamativo y al final tuvo que sacar casi todas sus prendas del armario. Incluso estuvo a punto de exasperarse, pero como si de ayuda se tratara, a su mente llegó la pequeña conversación que tuvo con Minji un día antes.

Flashback:

—¿Y cómo voy? ¿Con qué clase de personas frecuenta tu madre? ¿Algo formal estaría bien? —la mayor sonreía con ternura a cada pregunta preocupada que daba Hae—. ¿Por qué te ríes? ¡No estoy bromeando! —soltó la mano de la alfa y se cruzó de brazos, deteniendo el paso y mostrando un lindo puchero formado en sus labios.

—Hey, tranquila —habló con calma, poniéndose frente a ella—. No hay nada de qué preocuparse, tú siempre te ves preciosa con lo que te pongas —acunó delicadamente el rostro adverso—. Creí que al decírtelo tanto ya lo sabías.

Y las mejillas de la omega no esperaron a nada para teñirse de un adorable color rosa. La supuesta molestia de Haerin se ablandó, y ambas se sonrieron genuinamente por lo agradable que se sentía el cálido tacto.

Fin del flashback.

—Solo esto —dijo luego de un largo suspiro, dejando su ropa extendida en la cama para adentrarse velozmente al baño.

***

—¡Buenos días, mamá! —fue el primer grito de Haerin, quien bajó apresuradamente por las escaleras.

—¡Ten cuidado! —la omega chilló aterrorizada por la imprudencia de su hija—. Puedes caerte, no hagas eso.

—Uh, lo siento —se acercó a su progenitora y le dio un casto beso en la mejilla.

—¿Y eso? ¿Por qué estás tan cambiada a estas horas? Tú siempre bajas a desayunar tarde con tu pijama de ese gato raro.

—¡Mamá! —se quejó dulcemente—. No es raro, no le digas así —dio media vuelta y se metió a la cocina, buscando su clásico desayuno de los fines de semana: cereal integral con leche.

—Sí, bueno. Pero espera, no has respondido a mi pregunta —Seulgi posó ambas manos en su cintura y se acercó lentamente.

Haerin detuvo sus acciones y mordió levemente su labio inferior. ¡Había olvidado por completo decírselo a sus padres! ¿Cómo empezaría?

—¿Pregunta, qué pregunta? —intentó sonreír, pero notoriamente se veía más a una mueca torcida.

—Haerin... —el tono de advertencia se notaba en la voz. Su mamá odiaba las mentiras y ella era consciente de ello.

—Uh, yo..., bueno, yo pensaba ir a la casa de Danielle a ver algunas películas.

La omega mayor alzó una ceja, sin perder el contacto visual. Ella tenía un lazo especial con su cachorra, conocía todos y cada uno de sus gestos.

—¿Estás segura? No me molestaré sea cual sea la razón de tu salida, ya sabes muy bien que...

—... no te gustan las mentiras —completó la frase—. Pero es así, mamá. No estoy mintiendo, saldré con ella.

—Puede que vayas a salir, pero ambas sabemos que no será con Danielle. Cada vez que lo hacen ella siempre viene temprano a desayunar mientras tú sigues durmiendo.

—¡Mamá! —y otro chillido avergonzado sonó en la cocina.

—Vamos, habla ya. Tú siempre me cuentas lo que pasa en la universidad pero nunca sobre algún alfa. ¿Te gusta Danielle, verdad?

—¡¿Qué?! ¡No, eso no! —exclamó como si eso fuera algo horrible de pensar. No, no podía pensar así con su mejor amiga.

—¿Entonces? —una traviesa sonrisa se dibujó en el rostro de la mayor—. ¿Es que ya hay un alfa merodeando por ahí?

Haerin se ruborizó, esa era una de las razones por las cual no podía contarle algo nuevo a su mamá. Ella siempre se encargaría de apenarla con cualquier fresco comentario.

—Bueno —resopló, decidiendo decir la "verdad" a pesar de todo—, yo saldré con una compañera a hacer un trabajo. Y... —miró el reloj digital que estaba encima de la refrigeradora—. ¡Ya se me hace tarde y tengo que apresurarme! —le dio un abrupto beso en la frente a su mamá y salió casi corriendo hacia la entrada de la sala—. ¡Vuelvo pronto, te amo!

—¡Hey, espera! —Seulgi no se creía ese cuento que todos los jóvenes daban, así que intentó seguir a su hija antes de que huyera por completo. Lamentable fue cuando lo único que escuchó en toda la casa fue la puerta cerrarse bruscamente—. Tonta, ni siquiera llevó alguna mochila —susurró, negando con la cabeza lentamente.

Haerin soltó un suspiro sintiéndose aliviada. Quizás ya habría un mejor momento para contarle a su madre sobre Minji. Por el momento solo podía preocuparse en su visita a la madre omega de esta.

—Buenos días, Hae —la dueña de sus actuales pensamientos hizo acto de presencia—. Llevo esperándote hace unos minutos.

La mencionada caminó rápidamente hacia Minji y le sonrió de manera sincera, admirando lo atractiva que la alfa se veía como todos los días.

—Hola, Min, perdón por eso. Tuve un pequeño percance —hizo un casi imperceptible mohín. La mayor no lo pudo evitar y acortó la distancia, abrazándola por la cintura mientras que le daba un corto beso en los labios.

—Te ves preciosa —le susurró muy de cerca, iniciando luego un tierno beso esquimal.

Y quizás debido al dulce momento entre los brazos de su alfa, Haerin olvidó que cierta omega miraba la escena a través de la ventana, generando en ella una sorpresiva duda que luego tendría que explicar.

Y quizás debido al dulce momento entre los brazos de su alfa, Haerin olvidó que cierta omega miraba la escena a través de la ventana, generando en ella una sorpresiva duda que luego tendría que explicar

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la princesa y la plebeya; catnipzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora