Capítulo 18

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Marcos

Por su impertinencia me siento en la cama y la coloco boca abajo sobre mis piernas, coloco una mano en su espalda y con la otra le doy una fuerte nalgada en su trasero. Ella me dirige una mirada llena de indignación mientras se frotaba la zona donde la había nalgueado. Estaba formándose la marca de mi mano en su nalga color porcelana, pero eso a mí no me importaba en lo absoluto, ella se lo merecía por ser una niña insolente.

Porque siempre tienes que darme una mala respuesta?.

Tengo que ejercer gran parte de mi dominación sobre ella y la voy a enseñar a quien ella tiene que respetar y a quien ella le pertenece.

Gracias a Dios que Apolo no estaba en casa.

Había salido con Jonás temprano a comprarle el regalo a Ed.

Así que, no me preocupaba si se escuchaba algo.

Intentaba escapar, pero rápidamente la arrincono al afrente de la puerta de su habitación. Me sostiene la mirada sin miedo a nada y sin decir una sola palabra.

En esos segundos yo guardo silencio, sin ceder, ordenadamente con la mirada que se disculpara por lo que me había dicho.

Pero ella no cede en nada.

Dios, que testaruda es esta niña.

Llevo una mano a la parte posterior de su cabeza, cerrando en un puño sobre su cabello suave y le envuelvo entre mi puño, obligándola a mirarme a la cara.

—Steffy —la amenazo—. Si no dejas a un lado ese mal genio y ese mal carácter que tienes, me veré en la obligación de quitártelo yo mismo y créeme, de una u otra forma que seguro, no lo vas a encontrar muy agradable ¿Entiendes?

Ella procede asentir con la cabeza en silencio y yo la beso de manera brusca.

Necesitaba de ella.

Necesitaba besarla.

Necesitaba este momento con ella.

Mi perdición a la lujuria y deseo, tiene nombre y apellido.

Steffy Miller.

Ella me devuelve el beso con la misma brusquedad, pero se sentía con enojo, rabia, pero, se sentía exquisito. Luego de un cuyo intento por apartarse yo la apego más a mi.

Me desea.

La deseo.

Podrá estar muy furiosa conmigo, podría estar indignada por darle aquella nalgada, podrá estar todo lo que ella quiera, pero eso no evita en absolutamente nada, su atracción hacia mi.

Tenerla como novia, es lo más placentero que he tenido en mi vida.

Haber aceptado aquel juego estúpido, creía que me traería desventajas, pero no, me trajo una novia que jamás dejaría por nada ni por nadie.

Bajo ese beso intenso aprieto mi erección contra su vientre, haciéndole saber que la deseo tanto como yo a ella. Nuestras bocas se devoran mutuamente y nuestras lenguas danzan al ritmo del erotismo.

La tengo exactamente donde yo quería, arrinconada contra mi cuerpo semidesnudo. Mi mano se aferra a su camiseta, quitándose la de un tirón, dejando expuesta sus tetas perfectas, su cuerpo esbelto de una adolescente. Le paso la mano por su nuca, por debajo del cabello y le sostengo la parte posterior de la cabeza con la palma.

La agarro por detrás de la rodilla y pongo su pierna alrededor de mi cintura, haciendo que su tobillo quede enganchado a mi cadera. Le pongo la mano en la parte posterior del muslo y la sostengo en su sitio, siento sus pezones contra mi pecho desnudos. Me apego contra ella, pegando mi erección en aquel punto sensible.

Gime contra mi boca al sentirlo.

Me froto contra ella con delicadeza, rozando cada parte de mi erección sobre sus bragas.

Su cuerpo me responde y se mueve al mismo tiempo que yo. Me clava las uñas en la espalda, forcejeando para recuperar el aliento. Me agarra el trasero con ambas manos y me atrae más hacia ella. Desea tenerme cerca, al igual que yo. Presiona mi sexo duro donde está ubicado su clítoris, tomando exactamente lo que quiere de mi, sin esperarse que yo se lo ofrezca.

—Marcos... —murmura bajo los besos.

Escucharla así, me excitaba más que tenerla bajo mi merced.

Con ella enganchada a mi, me encamino a la cama y lentamente con delicadeza, la acuesto. Observaba su cuerpo semidesnudo, veía sus tetas perfectas, su abdomen plano, su cintura delgada, sus bragas de gatitos.

Es perfecta.

Me pongo encima de ella acercándome a su hermoso rostro. Empecé a inspeccionar su sonrojo que se le veía tan lindo en su piel de porcelana.

Sonreí como un tonto.

Me tiene atontado.

—Eres perfecta mi Cherry, pero —me acerco a su oído—. Hoy no tendrás de tu medicina.

Me quito de encima de ella y empiezo a buscar en la cama mi camiseta, cuando la encuentro me la pongo y ahí estaba la Steffy de siempre.

Se le notaba la vergüenza a mil en su rostro.

Ese sonrojo ya no era de vergüenza, era de rabia.

—Me usas como un juguete sexual —dijo ella entre dientes mientras se sentaba en la cama.

—Tu hiciste lo mismo la noche que estaba Amy aquí, y no te dije nada —levante los hombros con indiferencia, me siento en la silla que estaba ahí y la observo—. Me encantan tus tetas Cherry.

Ella rápidamente se tapa con la sábana su pecho y me mira con indignación.

—No deberías de taparte Cherry, son preciosas.

—Callate pervertido.

—¿Porque?, Porque te dejé con ganas? —dije en tono vacilón y ella me tira una almohada y yo me eche a un lado esquivandola.

Que preciosa se ve cuando se enoja.

—Deberias de i.. —me interrumpe cuando escucho la puerta abrirse.

No.

Era su madre.

La Sra Jackeline ve primero a su hija y al verla solo con la sábana cubriendo su pecho ella desvía su mirada y se encuentra con la mía. Se le veía en su rostro la decepción en su rostro y enojo. Steffy se pone de pie agarrando la sábana que cubría su pecho y se pone de inmediato al frente mío, como si quisiera defenderse de las garras y furia de su madre.

Yo me pongo de pie para estar a su lado pero Steffy me ordena con su mano en mi pierna para quedar a su lado y yo por alguna extraña razón le obedezco sin decir una sola palabra.

Steffy mira a su madre y le lanza una mirada para que no ponga esta situación más incomoda, pero al ver la silueta asomándose por la puerta el cuerpo de Steffy se tensa por completo, puedo notarlo, puedo sentirlo.

Ella me sujeta fuerte el pantalón por detrás de ella y me sigue ordenando que me quede ahí. La risa de su padre se había esfumado en cuanto quedó bajo el marco de la puerta junto a Jackeline.

—¡¿Pero que coño es esto?! —grita Paul.

—Papá por favor yo se los puedo explicar —Steffy no se movía del sitio y yo quería decir algo pero cada vez que daba un paso ella me detenía con mi mano.

En ese momento se acerca Jackeline y sujeta del brazo a Steffy pero al momento de arrastrarla hacia ella, Steffy tira de su brazo con fuerza y su madre la mira con indignación al ver su reacción.

Steffy MillerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora