Sábado 03/12/2022.
Ahí se encontraba Misael, de pie frente a la puerta esperando a que alguien abriera. Elisa estaba a su derecha con Miranda, mientras que Daniela estaba a su izquierda. Le había pedido que fuera con ellos para que hiciera de árbitro entre él y su padre.
— ¿Es muy necesario que esté aquí? ~preguntó Daniela, quien no dejaba de jugar con sus manos por los nervios~
— Lo es. ~afirmó Elisa~
Se escucharon ruidos adentro, y en eso la señora Elena abrió la puerta.
— Pasen, Ricardo está en la sala. ~dijo la mujer apartándose para dejarlos pasar~
Elisa le había comentado sobre lo que querían hacer, por lo que Elena habló con su marido durante la semana para hacerle ver la situación en la que se encontraba con su hijo y la importancia de que arreglaran las cosas.
Al entrar, Elena, y Elisa con Miranda siguieron hasta una de las habitaciones, mientras que Daniela se quedó con Misael en la sala donde comenzaría la conversación.
Se sentaron en uno de los muebles y Misael fue el primero en ceder.
— Lo lamento. Sé que cometí un error y me apresuré al tiempo. Sin embargo, no me arrepiento de haber escogido a Elisa, ella es la única mujer capaz de aguantarme, y sé que me ama como yo a ella. Entiendo que tú quieres lo mejor para mí y por eso me exiges tanto, que la carrera de ingeniería era la mejor para mí, y si hubiera continuado, ahora mismo tendría un gran puesto en una compañía haciendo lo que más me gusta. Reconozco eso. Mas lo que has hecho estos últimos años no está bien, condenarme toda la vida por solo una decisión apresurada que tomé en el pasado no va a cambiar el presente. Pero entiendo tu punto y quiero que me perdones por no ser el hijo que querías que fuera. ~habló sinceramente Misael y esperó el impacto de las palabras de su padre~
Ricardo se había quedado observando a su hijo, analizando sus palabras y la intención y sentimiento con las que hablaba. Al ver que no decía nada Daniela lo miró y carraspeó.
— Yo lo siento hijo, todos estos años no dejé de criticarte, juzgarte y maldecirte por un hecho del pasado, en lugar de cumplir con mi deber como padre y ayudarte, aconsejarte y simplemente estar ahí. Quería que lo tuvieras todo, y en lugar de ayudarte a lograrlo, cada día te hundía más. Ya no me importa si estudias psicología o ingeniería, con tal de que hagas lo que te haga feliz. Lamento todo lo que les he hecho en este tiempo, y aunque es difícil, me gustaría aprovechar el tiempo que nos queda.
— Awww. ~hizo Daniela~ Lo siento.
Ricardo se levantó y se sentó junto a su hijo, a quien envolvió en un abrazo sincero, el cual fue correspondido.
Daniela se levantó silenciosamente y llamó a Elisa y a Elena para que se acercaran.
— Elisa, también te debo una disculpa por todas las ofensas que te he dicho. No espero que me perdones por ello.
— Puede estar tranquilo, acepto sus disculpas. Quiero que iniciemos de nuevo. ~respondió Elisa con una sonrisa~
Ya habían dado el primer paso para la reconstrucción de su relación, costaría un poco pero con amor y esfuerzo lo lograrían.
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La joven morena había pasado todo el día detrás de su madre dando vueltas y vueltas por la casa intentando hablar con ella, mas no se atrevía a decir nada. Procuró no hacerla enojar en ningún momento y comportarse con respeto y consideración, aunque en algún punto le haya molestado algún comentario se mordió la lengua para no decir nada. Cuando reunía el valor necesario para abrir la boca algo sucedía y guardaba silencio.
«¿Qué le diré? ¿Y si se pone a darme un sermón? ¿O se burla de mí? ¿Le dará importancia? ¿Tendré que explicarle algo? Ay no ¿qué voy a hacer?»
Las dudas invadían su mente. Tenía mucho temor de hablar, por el hecho de ser juzgada o menospreciada.
Hace horas que Daniela le había confirmado que la situación de Misael y su padre se había resuelto. Ya era de noche y ella no había avanzado en nada.
Hasta que se decidió. Ambas se encontraban sentadas en el sofá, Liliana apoyaba su cabeza en el hombro de su madre, ambas miraban hacia la televisión esperando que terminara la publicidad para continuar viendo el programa. Ninguna decía nada. La chica reunió el poco valor que tenía, dejó atrás el orgullo, el miedo y tomó aire antes de decir las siguientes palabras.
— Lo siento. ~fue lo único que dijo, en un tono no muy bajo para que pudiera escucharla y con una sinceridad completa~
Apretó los ojos como esperando recibir algún impacto, pero en su lugar sintió como los brazos de la mujer a su lado la rodeaban en un abrazo. Y para ella esto fue suficiente, no necesitaba decir más nada, no necesitaba una respuesta, este gesto fue suficiente para que se diera cuenta de que había sido comprendida, aceptada y que a partir de ese momento todo podría cambiar.
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Lo Que Hay Detrás De Una Máscara
Historia CortaÉsta es la historia de dos jóvenes estudiantes de psicología, que para su proyecto de grado deciden realizar un estudio sobre "Las máscaras del hombre ante la sociedad". Ellos en el transcurso de la trama se van conociendo y van forjando una amistad...