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Estrías

El paso del tiempo había continuado su curso, y el vientre de Max seguía creciendo con cada día que pasaba. La emoción por la llegada del bebé llenaba cada rincón de la casa de Max y Checo en Londres. Sin embargo, a medida que su cuerpo se transformaba para dar espacio a su pequeño ser, Max comenzó a notar cambios en su piel.

Fue en una tranquila tarde de abril, mientras se preparaba para darse una ducha, que Max se detuvo frente al espejo del baño. Observó su reflejo con una mirada crítica, notando cómo su abdomen, una vez liso y uniforme, ahora estaba adornado con una gran linea rosada. Recordó la conversación con su obstetra, las estrías, pequeñas y delgadas, lo que había querido evitar en todo su embarazo pero que sabia era imposible.

Las estrías, como signos de la vida que estaba creciendo dentro de el, marcaron el inicio de un nuevo capítulo en ese capitulo. Max pasó los dedos con suavidad sobre la marca, sintiendo una mezcla de emociones. Sabía que las estrías eran una parte natural del embarazo, pero no pudo evitar sentir una punzada de autoconciencia. Se mordió el labio mientras sus pensamientos luchaban sobre la preocupación por cómo se vería su cuerpo después del parto.

Esa noche, mientras se preparaban para acostarse, Max se acurrucó junto a Checo en la cama, su cabeza descansando en su hombro. La suavidad de la luna llena se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación en una luz tenue.

—¿Estás bien, cariño?— preguntó Checo, notando la expresión pensativa en su rostro.

Max suspiró suavemente. —Sí, solo estaba pensando en algunas cosas.—

Checo pasó un brazo alrededor de ella y la apretó con cariño. —Puedes compartirlo conmigo, amor.—

Max le contó sobre la estría que habían comenzado a aparecer en su abdomen y cómo se sentía ante eso. —Sé que las estrías son normales durante el embarazo, pero no puedo evitar sentirme un poco inseguro, antes tal vez no tenia el mejor cuerpo en la parrilla, pero cuando tenga al bebé realmente me da miedo de como quede mi cuerpo.—

Checo lo miró con ternura y acarició su mejilla con suavidad. —Max, tu cuerpo está haciendo algo maravilloso. Estás creando vida dentro de ti, y tal vez te queden marcas, pero eso solo confirma el gran trabajo que hiciste.—

Max esbozó una sonrisa tímida, agradecida por su apoyo. —Sé que debería sentirme así, pero a veces es difícil. Solo quiero que sepas lo que estoy experimentando.—

Checo la miró con una expresión sincera. —Max, te amo tal como eres. Estás hermoso y radiante, y esas marcas son un testimonio de la vida que estás dando a nuestro bebé. No deberías sentirte inseguro por eso.—

Max sintió un nudo en la garganta mientras las palabras de Checo la envolvían con amor y aceptación. Hace mucho que sus hormonas dejaron de ponerlo sensible por todo, era un hombre adulto, pero con todo el embarazo parecía un bebé, sus ojos se llenaron de lágrimas de gratitud por tener a alguien que lo amaba y la apoyaba incondicionalmente.

—Gracias, Checo—, susurró, abrazándolo con cariño.

Los días pasaron y las estrías se convirtieron en parte de su realidad. Max comenzó a aceptarlas como marcas del viaje único que estaba experimentando. Aun que le ponía de malas verlas las aceptaba, cada línea representaba una etapa de su transformación, una huella del camino que estaba recorriendo hacia la paternidad.

Y Checo se aseguró de que Max se sintiera seguro y amado en cada paso del camino.

Investigo las mejores cremas y aceites para mantener la piel de Max suave y cómoda.

Cada noche, después de un día agotador, Checo dedicaba tiempo a aplicar suavemente las cremas y masajear el vientre de Max, también aprovechaba para hablar con el bebé, Max se burlaba por la voz que ponía pero Checo hacia oídos sordos porque según él eso crearía vínculos con el bebé y podría reconocer sus voces cuando pateara o naciera.

Una tarde, mientras se relajaban en su acogedor salón, Max apoyó la cabeza en el regazo de Checo y suspiró. —Gracias por estar siempre aquí para mí, Checo. No sé qué haría sin ti—.

Checo acarició el cabello de Max con cariño. —Siempre estaré aquí para ti, Max. En las carreras y en la vida. Somos un equipo, ¿recuerdas?—

Max sonrió y miró a Checo con gratitud. —Sí, lo sé. Y no podría pedir un mejor equipo que tú—.

Sweet August. [CHESTAPPEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora