Sweet August. [CHESTAPPEN]

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Postparto / Hormonas / Apoyo

Después del nacimiento de Emilian, Max se encontró enfrentando una nueva realidad: el posparto. Aunque estaba lleno de amor por su hijo, Max notó que su estado de ánimo fluctuaba más de lo habitual. Las hormonas posparto habían comenzado a jugar con sus emociones, dejándolo sintiéndose abrumado y vulnerable en momentos inesperados y absurdos.

Una tarde, mientras sostenía a Emilian en brazos, mientras le daba de comer, Max se largo a llorar sin razón aparente.

Sergio, preocupado por su esposo, se acercó y lo abrazó con ternura.

—¿Estás bien, amor? —preguntó Sergio con voz suave.

Max asintió, incapaz de encontrar las palabras para explicar lo que estaba sintiendo.

—Es solo... estas hormonas están jugando conmigo. Mi mama me dijo que era normal y Vic también, pero me siento tan ahorcado, me siento tan feliz por Emilian, pero al mismo tiempo, me siento abrumado y ansioso, y tengo un montón de cosas en la mente.

Sergio se acercó a su esposo, arrullándolo suavemente, se encontraban en su sala de estar, era domingo y habían decidido pasar el día en casa, hace poco Max había salido de su cuarentena. Al ser deportista su cuerpo se recuperó muy fácil y Sergio se encargo de cuidarlo muy bien.

Lo mantenía abrigado, le daba tés e infusiones para que se mantuviera hidratado sin nada de azucares, le hacia masajes cuando sus pies se ponían hinchados por estar en la misma posición, lo ayudaba a bañarse (había arreglado todo su tina para cuando Max se bañara se sintiera lo más cómodo posible) le tapaba los oídos con algodón para evitar los ruidos fuertes y su cuarto parecía una cueva con la luces bajas para evitar que le molestaran sus ojos o que le diera algún dolor de cabeza.

Cuando sus amigos se dieron cuenta, lo estuvieron molestando, pero a Checo no le importaba, amaba a su esposo, y después de esa cirugía quería que estuviera lo más tranquilo posible, que lo único que tuviera en mente es en ver a su bebé y que lo mirara con esos lindos ojos que siempre lo han enamorado.

Y había leído en ese libro de paternidad que su padre le había pasado y sabia que Max tendría un pequeño desajunte hormonal que se iría calmando poco a poco, y por lo menos era eso y nada grave. Había temido de que a Max le fuera a dar alguna especie de depresión post parto, había escuchado de casos de personas que no se recuperaban de eso fácil y Max desgraciadamente era de mente débil, por eso quería alivianar su carga después del nacimiento de Emilian.

—No cariño, no digas eso, no estás solo, Max. Estoy aquí para ti, pase lo que pase. Y recuerda, está bien sentirse así. Es parte del proceso. Lo leímos ¿te acuerdas? Es un poco complicado, aun estas un poco débil por la cesaría, te encargas de Emilian, estan volviendo a tu actividad física, es normal sentirse abrumado y si crees que necesitas un respiro para ti, puedo llamar a Charles, Daniel o Lando para que te saquen a dar un paseo o algo, ¿Qué tal una noche de chicos con ellos? Yo me quedo con Emilian y tu descansas un poco de nosotros y de esta casa.

—¿Harías eso por mí? Me siento terrible por querer un respiro de mi bebé y de ti.

— Claro que sí, dame a Emilian y tu llama a los muchachos, es una ventaja que estén acá este fin de semana.

Tomando con cuidado a su hijo y pasándole el celular a su marido, se alejo mientras lo escuchaba hablar con alguno de sus amigos.

Y tal y como se lo prometió, a las siete de la noche Daniel y Charles estaban recogiendo a su esposo, mientras subía la pequeña maleta al baúl escuchaba a Daniel hablarle a su hijo con la voz mas tonta que hubiera escuchado y Max aun lado se reía de él.

Amaba a eso hombre, y con tal de verlo feliz haría cualquier cosa. Incluso sacrificar una noche de descanso con tal de velar por el sueño de su hijo.