Las paredes del aula de literatura eran muy curiosas, sin duda y en parte eran lo más curioso de las clases.
No era ningún secreto que su profesor verdaderamente amaba la literatura, así que tenía póster de libros al rededor de toda la clase, algunos de ellos firmados por los autores y hoy, uno en especial, había llamado la atención de Steven.

No podía parar de pensar en la primera clase que tuvieron, en la primera vez que mantuvo contacto con Selena y en lo desagradable que, para variar, fue. Había establecido una relación un poco odiosa con la rubia, no le caía mal, pero había sido así desde el principio y le parecía divertido, aunque eso no quitaba que desde la última vez que la vio se sintiera mal, porque al mencionar el voley la chica había cambiado totalmente su expresión y, desde entonces, no le había dirigido más que miradas secas.

De ese modo, mirar el póster de «Romeo y Julieta» era lo único que le hacía sentirse un poco mejor, recordar que cuando la conoció defendió su punto de vista con tanta garra, aunque él dijera lo contrario. Steven pagaría porque la rubia hiciera eso en ese momento, pero no había ni una mezcla de intereses en él, Selena miraba su cuaderno con atención y Steven la miraba a ella.

Selena era una chica que llamaba la atención de todo el mundo, no se encontraban rubias así en cualquier lugar, no tan perfectas en todos los sentidos, por lo que Steven la conocía mucho antes del problema con Princeton y mucho antes de que se hiciera amiga de su hermana, pero el mayor de los Conklin la recordaba de otra manera. Recordaba a una Selena despampanante, capitana del equipo de voley y que salía con uno de los chicos más populares del instituto, recordaba a una Selena que no parecía ser la que es ahora, pero no le desagradaba.

No le desagradaba para nada ver a la chica con sudaderas anchas y con sus bonitas gafas, a Steven le parecía bastante adorable, aunque si lo tenía que admitir delante de ella simplemente le diría "eres una básica", no podía dar luz a todos sus secretos, no cuando la chica podía robarle algo que quería con tanta fuerza.

Aunque si hablamos de querer, lo único que Steven quería en ese momento es que la rubia moviera su pelo hacia un lado y su cabeza hacia él, no pedía una sonrisa, ni ver cómo sus ojos brillaban, solo pedía una palabra con tono sarcástico con el que le hablaba, solo quería notar que no estaba enfadada, pero Selena no había movido un músculo para captar su atención, así que le tocaba a él.

Sí algo había aprendido en las clases de literatura, además de que es fácil sacar buenas notas, era que, para Selena, el romance ganaba a cualquier otra cosa, daba igual que en el libro se dedicaran a asesinar, Selena siempre sacaba una visión amorosa sobre lo que pasaba, así que Steven tendría que hacer un gesto romántico, pero a su manera, así que no sería tan romántico.

Tenía un plan concreto que había trazado en los primeros diez minutos de clases, los otro veinte minutos que llevaban se los había pasado observando a Selena, en un principio para ver si le decía algo, más tarde simplemente no podía parar de mirarla, pero no había descubierto por qué.
El plan trataba de algo sencillo, tenía que arrancar un trozo de papel de su libreta de literatura, y lo demás venía solo.

Y sin pensarlo mucho, Steven lanzó la hoja en la mesa de la chica, quién pegó un pequeño bote asustada, llevaba en su mundo toda la clase, Steven incluso había pensado que estaba haciendo integrales en su cabeza, la chica era un genio

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Y sin pensarlo mucho, Steven lanzó la hoja en la mesa de la chica, quién pegó un pequeño bote asustada, llevaba en su mundo toda la clase, Steven incluso había pensado que estaba haciendo integrales en su cabeza, la chica era un genio.

—¿Qué?—el susurro de Selena dirigido a él le hizo sonreír un poco, pero lo ocultó rápidamente.

—Lee.

—La curiosidad mató al gato.—murmuró la chica antes de abrir la nota que Steven le había tirado a la mesa.

El moreno miró atentamente la reacción de la chica, y en cuanto vio como sus cejas se movían hacia arriba sabía que había acertado, Selena no me dedicaría una sonrisa, tampoco un a risa, ni un "que gracioso Steven", pero si hacía eso es que todo estaba bien, Steven lo había aprendido.

—¿Qué has dicho de mis galletas?—la chica abrió la boca algo ofendida.

Aunque no le había hecho gracia el comentario de Steven en casa de Belly, Selena decidió dejar algunas galletas reservadas para él, más para su madre que para él, pero Steven era demasiado egocéntrico como para fijarse en eso.

—Estaban secas.

—Tú sí que tienes el cerebro seco.—la rubia movió su cabeza exageradamente hacia Steven, sus ojos estaban bastante abiertos, tanto que Steven podía ver cada color que recorrían sus ojos, podía perderse en ellos si quisiera y, aunque no quisiera, también lo haría.

Steven estaba dispuesto a responderle algo, incluso a mandar otra nota, pero entonces el timbre sonó y su oportunidad pasó, pero él nunca se rendía tan rápido.

—¿Vas hoy a casa con Belly?—Selena frunció el ceño extrañada por la pregunta, generalmente el chico solía quejarse al verla caminando por su casa, incluso llegó a pensar que lo decía enserio.

—No, tranquilo, no te molestaré.—respondió rápidamente mientras guardaba sus cosas en su mochila, Steven hacia lo mismo pero sin quitarle ojo.

—Qué pena, estaba aprendiendo bastante con tus clases, aunque el otro día olvidaras poner el signo negativo...

—¡Fue un fallo!—la rubia se puso en pie divertida, ya se le había olvidado cualquier cosa mala que Steven podía haber dicho.—Como el tuyo en el examen de lengua, Belly me ha dicho que sacaste un nueve.

—¿Acaso me tengo que lamentar por un nueve?—preguntó.

Selena llevó su mochila a su espalda y comenzó a caminar hacia Steven. O ella era muy bajita o Steven era muy alto, pero la chica no llegaba ni a los hombros de Steven, aún así se puso delante de él, tan cerca como pudo, y entonces retiró sus gafas de su cara para mirarle atentamente.

—Yo saqué un diez.—se burló inclinando su cara hacia arriba de manera que de nuevo Steven sintió que se perdería entre sus ojos color mar, pero reaccionó rápido antes de que Selena se diera cuenta de cosas que ni él aún sabía.

—Miss Perfecta.

—Te sorprendería en cuántas cosas lo soy.

La rubia llevó su dedo a la nariz del chico, la tocó rapetidas veces de manera cómica, pero Steven sintió electricidad recorrer su cuerpo, era una electricidad que ya conocía, que conoció en Cousins cuando Shayla se le acercó por primera vez, pero multiplicada por mil.

A Steven le encantaría saber cómo demonios había sacado un diez en el examen de lengua más difícil de la historia, pero ahora mismo su prioridad no era saber eso, quizás sí saber en qué otras cosas era tan perfecta aunque de solo imaginarlo se cortaba su respiración.

Quizás Selena estaba dejando de ser su competencia para Princeton o la nueva amiga molesta de su hermana, quizás estaba llamando su atención de una manera que no planeaba, pero que le encantaba.

(...)

¡Hola! Espero que os haya gustado y perdón por la tardanza. 💗

¡Nos vemos pronto!

Hey, Steven| Steven Conklin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora