El voley, durante mucho tiempo, había sido la vida de Selena. Sin duda era una de sus cosas favoritas del mundo, no podía describir cómo se sentía mientras jugaba, ni lo motivada que se sentía siendo capitana, Luna sabía, sin ninguna duda, que nunca encontraría una pasión como esa, ni de broma.

Lo había intentando, había empezado a hacer repostería, a leer, escribir, ver sitcoms o hacer arcilla, pero nada le llenaba más que coger la pelota y entrar en el campo, además era algo destacable, no por nada había ganado tantos campeonatos.

Dejar el voley no había sido una decisión de un día, pero no había tenido otra elección. Por eso le costaba tanto ir a ver partidos, o ni siquiera el entrenamiento, a Selena se le partía el alma al ver como ya ella no era parte de eso, aunque el voley siempre sería parte de ella.

Al dejarlo todo cambio mucho, ella lo hizo, ya no era la famosa capitana del equipo de voley, la guapa y rubia Selena había desaparecido, y, salvo por el voley, casi que lo prefería, ella no era solo eso.

Pero hoy era un día importante, las chicas se podían clasificar para las estatales y, por petición de Belly y Ginny, había decidido acudir.

—¡Sel!—la rubia sonrió al ver como Belly corría hacia ella con nervios.—Creo que me voy a desmayar.—soltó una risa.

—Tranquila, ¿no ha venido tu madre? Igual te ayuda a calmarte.

Selena siempre había tenido muy buena relación con sus padres, el último año de su capitanía todo empeoró un poco, pero aún así siempre le habían apoyado, le relajaba mucho hablar con su madre antes de los partidos, era a la única que sentía que no tenía que impresionar, que no sé iba a decepcionar.

—No.—bajó la voz la morena.—No ha podido venir nadie de mi familia.—Belly miró a las gradas, estaban llenas de gente.—Mejor.

—Bueno estoy yo.—trató de animarla.—Eres buena capitana, vais a clasificar, preocúpate mejor por ver cómo vais a ganar las estatales.

—¿Es bueno mirar al futuro? ¡Ni siquiera hemos jugado aún este partido!

—Ley dea atracción.—le guiño el ojo.—Si necesitas algo estoy ahí sentada, no seré tu madre, pero soy Sel.

—La capitana que más trofeos ha conseguido, no sé si eso me relaja.—Selena se mordió el labio, no estaba consiguiendo lo que quería.

Por lo que Selena había podido observar Belly era bastante insegura, tenía la sensación de que siempre había sido menos, estaba claro que Steven ers demasiado listo como para dejar que le prestaran atención a su hermana, para empezar, y, además, también la había visto a veces con su mejor amiga, Taylor, tampoco parecía querer hacerla destacar, ni Belly se sentía segura para ello. Pero en voley debía de ser distinto, una capitana da el paso cuando todo el equipo duda, aunque, a veces, se tenga que inventar esa confianza, pero estaba segura de que un empujón le vendría bien, sabía que hacer.

—Tengo que ir a hablar con la entrenadora, ¿nos vemos luego?—Belly se lanzó a darle un abrazo sin dejar que contestase, Selena se lo devolvió sin prejuicio alguno, entendía los nervios de la morena.

—¡Selena! ¿Te quedas, verdad?—la rubia estaba dispuesta a irse, pero entonces escucho una voz desde la pista, era Ginny.

—Tengo que hacer un recado, ahora vuelvo.

No conocía a Belly lo suficiente como para saber cuáles eran sus, seguro que muchos, puntos fuertes, no la conocía lo demasiado como para darle las fuerzas que necesitaba, pero conocía a alguien que sí.

Y aunque le tuviera declarada la guerra a esa persona, Belly no se merecía estar sola, le necesitaba, Steven tenía que estar ahí, sí o sí.

(...)

Hey, Steven| Steven Conklin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora