Capítulo 3

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Star se despertó, se metió a la ducha y se vistió con un sencillo vestido blanco, en la mesa de su pequeña sala tenía ya su desayuno, no tenía apetito pero se obligó a comer. Estaba delgada, lo notaba al mirarse al espejo, necesitaba comer para reponerse. Alguien llamó a la puerta en el mismo instante que se disponía a beber su jugo, se levantó y abrió. Janna estaba allí con una enorme sonrisa, esta vez llevaba un vestido verde oliva y botas cafés.

— ¡Hola! ¿Desayunamos juntas? —preguntó animada
— Claro —contestó la joven y la invitó a pasar

Janna entró a la recamara de su mejor amiga, era enorme y muy bonita, se sentó en la mesa junto a Star y observó su desayuno. Pan, yogurt y un jugo. Con razón estaba tan delgada, su comida era insignificante, arrugó la frente y Star soltó una carcajada.

— Forma parte de mi nueva dieta —explicó

— ¡Star, tú no necesitas dieta! —exclamó Janna

— De hecho sí… —musitó la reina mordiéndose el labio

— Star, ¿qué pasa?

— Pasa que últimamente tengo unos dolores de cabeza terribles y los médicos creen que puede ser algún alimento que me está afectando…

— ¿Y por eso comes esto?

— Sí, es como una prueba… Cada desayuno es distinto, han descartado los huevos y el beicon porque cuando los ingiero tengo estas jaquecas

— Vaya… No tenía idea

— Es un secreto, no quiero preocupar a mí gente… Sobre todo si al final es solo estrés por la boda, así que por favor, no se lo digas a nadie

— Tranquila, tu secreto está a salvo conmigo, ¿segura que no hay nada más? —preguntó Janna preocupada

— No, los doctores dicen que estoy sana y no debo preocuparme por nada

— Bueno, me quedo tranquila —dijo Janna y la tomó de la mano— ¿Sabes que yo también soy doctora?

— Aún no te gradúas —señaló Star con una sonrisa

— Lo sé, pero he aprendido muchas cosas, tal vez podría ayudarte con ese malestar

— ¿En serio?

— ¡Claro! —espetó Janna

— Vale, doctora Janna, ¿qué debo hacer?

— Primero, tirar este desayuno que te está adelgazando y buscar algo que te sustente

— Janna, te dije que era mi dieta

— Confía en mí, Star —pidió la chica haciendo un puchero

— De acuerdo, ¿y qué harás con esto? —preguntó señalando el plato que apenas había tocado

— Déjamelo a mí —dijo y se llevó la bandeja

Star negó con la cabeza, Janna era así, mejor seguirle la corriente que contradecirla. Además de que tenía razón y esas comidas solo la hacían tener más hambre. Al rato regresó y la bandeja no estaba.

— Listo, ahora vamos a la cocina, te prepararé el desayuno

En otra parte

Marco observó su teléfono perplejo no sabía cómo reaccionar ante aquella petición tan extraña pero era Janna y no debería sorprenderle sus arranques. Volvió a mirar el mensaje para cerciorarse de que lo había entendido y rezaba así:

¡Yo me Opongo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora