"Pira del dolor" Parte II

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Observar a quien se había convertido en su esposo se había vuelto algo cotidiano en su vida.

Era interesante hacerlo y para ser sinceros...esta era la única forma de entretenimiento que se podía permitir tener en estos días.

Eso no era algo nuevo considerando que estaban viviendo una guerra actualmente, tal vez se trataba de eso.

O tal vez esto fuera obra de su inquieta necesidad de mantenerla oculta bajo siete llaves.

Fue una de las primeras cosas que se dio cuenta.

Daemon era extrañamente sobreprotector y posesivo con respecto a ella. Su noche de bodas fue una pequeña demostración de ello.

Rhaenyra palpo con delicadeza su cuerpo mientras recordaba aquellos momentos.

Daemon hizo más de solo una cosa ese día....

Actuaba como un hombre desesperado que ahora venía a reclamar algo por lo que había pagado.

El pensamiento la asusto esa vez.

Su vida se había reducido a solo eso, una mera pieza en un juego cruel donde los hombres lanzaban al olvido a quienes amaban.

Rhaenyra oyó como su camisón se desgarraba y abandonaba su cuerpo, las telas que abrazaban su figura  fueron reemplazadas por besos descuidados alrededor de sus pechos.

¿Cuánto tardaría todo esto?

¿Cuándo seria que volvería a pasar?

¿Hasta que su tío obtenga un heredero?

¿O hasta que el decidiera abrir su vientre para poder arrancar un niño de ella?

Se imaginó tendida en algún mueble con la sangre empapando sus muslos y estómago, una elección escogida para dar vida a otra persona, algo a lo que estaba destinada a obtener, recibir una muerte cruel como su madre...

El pensamiento la hizo llorar en silencio.

Daemon la miro con una expresión ilegible en su rostro antes de besar sus lágrimas y sostener su rostro entre sus manos.

Rhaenyra deseo por un momento olvidar todo lo demás.

Quizás podría fingir que todo era diferente.

Que fue este el esposo que ella escogió.

Que ahora ambos estaban consolidando su amor en su noche de bodas.

No importaba que fuera falso, esto era lo que tenía, este momento era dulce de alguna forma cruda y retorcida.

El la necesitaba, no importaba si se trataba de algo carnal o tan solo como una yegua de cría.

Tal vez si pensaba de esa forma ella podría convencerse de que sus lágrimas eran de amor o placer y no de dolor.

¿Quién podría juzgarla por pensar aquello cuando era a su esposo a quien se entregaba?

Rhaenyra finalmente era consciente de cuál era la mentira en su realidad.

Una mentira con la cual había hecho las paces y dejado que pasara.

Esa noche Daemon logro tomar lo que quedaba de su inocencia.

Él también se encargó de quebrar algo dentro de ella.

— Su esposo solicita su presencia en sus aposentos mi princesa —

La voz de una de sus doncellas detrás de la puerta la saco de su aturdimiento.

Avy jorrāelanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora