Bien, planeaba publicar la segunda parte del anterior pero luego vi este fan art.
Y fue como un golpe. Ni siquiera puedo explicar todo lo que me hizo sentir.
La cosa es que no pude evitar esto, así que ahora tienes un one shot cargado de angustia y obscenidad.
Espero que lo disfrutes y si gustas dejes un comentario o voto, gracias :).
(Créditos correspondientes al autor del fan art)
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
— No sabes cuanta falta me has hecho estos días mi amor —
Había extrañado esto, tener la calidez de su esposa.
Después de su reunión en Harrenhal y de que se reconciliaran , ambos emprendieron vuelo en sus dragones y regresaron al hogar donde habían residido estos últimos años.
Lejos del viejo castillo de Harren el Negro, Daemon extrañaba esto. La comodidad de las sedas de su cama, el no tener que preocuparse por ser atormentado en sueños o a ahogarse en goteras al despertar.
Pero sobre todo había extrañado a la persona que despertaba a su lado.
Su esposa.
Su dulce aroma, sus reconfortantes brazos alrededor de él, el tipo de aprecio y amor que se le había quitado.
Estas últimas semanas fueron las peores. Pero aún bajo el hechizo de Alys Daemon había logrado volver a sus facultades, y finalmente hizo las pases con su pasado y con los errores de este.
Su hermano, Rhaenyra, todos sus hijos....
Lamentaba profundamente no estar aquí y el haberles provocado dolor con su ausencia.
— No digas más y vuelve a mi lado esposo —
Oh y cuánto había echado de menos esto.
Su pobre Nyra a quien había lastimado tanto.
— Ñuha prūmia —
Él la toma entre sus brazos como hace mucho no hacía y hunde la cabeza entre la curva de su cuello. Daemon respiró hondamente el olor de su dulce perfume. El sentimiento de añoranza era corto comparado con la agonía que se sintió el privarse de esto.
No había placer más dulce que volver a sentirla entre su brazos.
Pero.
— Estos días tu apoyo, oh no sabes cuánto falta me a causado —
La voz de su esposa fue un ruido sordo a sus oídos, porque su mente ahora solo tenía atención para una cosa.
Un chupetón.
Una fea marca morada se abría paso entre un lugar que solo él se había encargado de besar durante estos últimos años.
