Persiguiendo el sol// Traducción. Sevmione

8

"Es un estado mental miserable tener pocas cosas que desear y muchas cosas que temer".

– Sir Francis Bacon.

El resto del año pasó bastante monótono en lo que respecta a Severo. Los Weasley finalmente habían recordado que Granger era su amigo, y ella estaba en algún lugar, San Mungo o la Madriguera o el Cuartel General o donde sea, y él estaba una vez más corriendo por la nieve solo en completo silencio. Había pasado el último mes y más deseando precisamente eso, y sin embargo, ahora perversamente se encontró perdiendo el crujido de sus pasos mientras ella seguía el ritmo de él y veía su aliento humeante por el rabillo del ojo; más que eso, ahora estaba corriendo automáticamente al ritmo mutuo que habían trabajado. Un poco más lento de lo que estaba acostumbrado. Eso era extraño, dado lo mucho que le gustaba su soledad, pero tenía otras cosas en qué pensar.

Era extrañamente pacífico, en realidad. Los estudiantes estaban sorprendentemente callados, y él no tenía lecciones y muy poco papeleo, y no había mucho que hacer; Se arrastró a las profundidades de su mazmorra y casi entró en hibernación, pasando la mayor parte de su tiempo en la cama con un libro. Puede ser aburrido para cualquier otra persona, pero fue una felicidad absoluta, paz y tranquilidad y descanso sin interrupciones.

Incluso los mortífagos estaban callados en este momento. Puede que al Señor Oscuro no le guste, pero muchos de sus seguidores de más alto rango tenían familias y no podían estar ausentes durante la Navidad sin traicionarse a sí mismos, o eso habían dicho, de todos modos. Incluso los seguidores del mal necesitaban vacaciones de vez en cuando. Y la Orden estaba tranquila y feliz ahora que Arthur finalmente estaba empezando a recuperarse.

La Navidad en sí misma apenas valía la pena señalar; Nunca recibió regalos y no le importó mucho, ya que significaba que no tenía que corresponder. Sin embargo, se sorprendió bastante al obtener una tarjeta de Navidad, incluso si no era mucho de una, solo un trozo de pergamino con Feliz Navidad, el profesor garabateó en ella, y pasó bastante tiempo mirándola. No podía decir que estaba conmovido por el gesto, como tal, pero aún así, fue... Muy bien. Más o menos. Y sospechoso, también. Finalmente lo metió en el cajón de su escritorio, enterrado debajo de una variedad de trozos de basura que se habían acumulado a lo largo de los años, e hizo todo lo posible para olvidarlo.

El Año Nuevo fue aún menos digno de mención; por lo general, el personal tenía una fiesta, a la que a menudo se veía obligado a asistir, pero con Umbridge alrededor nadie estaba de humor para celebrar, y Severus lo pasó bebiendo solo y preguntándose vagamente si el año nuevo iba a ser el último de su vida.

Severus no estaba contento de ser despertado antes del amanecer en su trigésimo sexto cumpleaños. Apenas dormía estos días, y todavía estaba de vacaciones y le hubiera gustado tener la oportunidad de acostarse por una vez en lugar de un regalo de cumpleaños real. Rascándose la mandíbula sin afeitar, cojeó lentamente hacia la puerta y dejó entrar a Dumbledore, mirando a su empleador a través de los ojos inyectados en sangre. "Será mejor que esto sea importante, o te voy a engañar", gruñó.

"Buenos días a ti también, Severus", respondió el director tan alegremente como siempre, pasando junto a él. "¿Cómo estás?"

"Cansado. Molesto". En el dolor". Deseando que te molestaras".

"Lo mismo de siempre, entonces. Estoy encantado de escucharlo". El anciano le brilló por un momento antes de que la expresión se desvaneciera, y Severus se tensó automáticamente.

"¿Qué?"

"¿Todavía tan paranoico, Severus?", reprendió.

"Me mantiene vivo. ¿Qué quieres, director?"