Capítulo 45: El Patronum de Harry

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*Narra Harry*
No había formado nunca parte de un grupo tan extraño. Crookshanks bajaba las escaleras en cabeza de la comitiva. Lupin, Pettigrew y Ron lo seguían, como si participaran en una carrera. Detrás iba el profesor Snape, flotando de manera fantasmal, tocando cada peldaño con los dedos de los pies y sostenido en el aire por su propia varita, con la que Sirius le apuntaba. Hermione y yo éramos los últimos

Harry: ¿en donde está ___?— pregunté al no verla

Hermione: se puso débil y luego salió por la ventana en busca de su padre— dijo con extrañeza

Sirius: ¿Sabes lo que significa entregar a Pettigrew? — me dijo bruscamente, mientras avanzábamos por el túnel

Harry: Que tú quedarás libre

Sirius: Sí... No sé si te lo ha dicho alguien, pero yo también soy tu padrino.

Harry: Sí, ya lo sabía —respondí

Sirius: Bueno, tus padres me nombraron tutor tuyo —dijo solemnemente— por si les sucedía algo a ellos... —espere un instante— Por supuesto —prosiguió— comprendo que prefieras seguir con tus tíos. Pero... medítalo. Cuando mi nombre quede limpio... si quisieras cambiar de casa...— en ese momento mi estomago se encogió

Harry: ¿Qué? ¿Vivir contigo? —pregunté golpeándome accidentalmente la cabeza contra una piedra que sobresalía del techo—.¿Abandonar a los Dursley?

Sirius: Claro, ya me imaginaba que no querrías —dijo inmediatamente—Lo comprendo. Sólo pensaba que...

Harry: Pero ¿qué dices? —exclame— ¡Por supuesto que quiero abandonar a los Dursley! ¿Tienes casa? ¿Cuándo me puedo mudar?— Sirius me miro con sorpresa

Sirius: ¿Quieres? ¿Lo dices en serio?

Harry: ¡Sí, muy en serio!

En el rostro de Sirius se dibujó la primera sonrisa auténtica que había visto en él. No volvimos a hablar hasta que llegamos al final del túnel. Crookshanks salió disparado. Sirius hizo salir a Snape por el agujero y luego se detuvo para cedernos el paso a Hermione y a mi. No quedó nadie dentro. Los terrenos estaban muy oscuros. La única luz venía de las ventanas distantes del castillo. Sin decir una palabra, emprendimos el camino.

Lupin: Un paso en falso, Peter, y... —dijo delante de nosotros, amenazador, y apuntando con la varita al pecho de Pettigrew.

Atravesamos los terrenos del colegio en silencio, con pesadez. Las luces del castillo se dilataban poco a poco. Snape seguía inconsciente transportado por Sirius. Y entonces...

Una nube se desplazó. De repente, aparecieron en el suelo unas sombras oscuras. La luz de la luna caía sobre todos nosotros. Snape tropezó con Lupin, Pettigrew y Ron, que se habían detenido de repente. Sirius se quedó inmóvil. Con un brazo nos indicó que no avanzáramos.

Hermione: ¡Dios mío! —dijo con voz entrecortada— ¡No se ha tomado la poción esta noche! ¡Es peligroso!

Sirius: Corran —gritó— ¡Corran! ¡Ya!— pero no podía correr, puesto que mi mejor amigo estaba atado a Pettigrew y a Lupin. Salte hacia delante, pero Sirius me agarró por el pecho y lo lazo hacia atrás— Déjenme a mí. ¡CORRAN!

Se escucho un terrible gruñido, la cabeza de Lupin se alargaba, igual que su cuerpo. Los hombros le sobresalían, el pelo le brotaba en el rostro y las manos, que se retorcían hasta convertirse en garras. Mientras el licántropo retrocedía, Sirius se había transformado. El perro, grande como un oso, saltó hacia delante. Cuando el licántropo se liberó de las esposas que lo sujetaban, el perro lo atrapó por el cuello y lo arrastró hacia atrás, alejándolo de Ron y de Pettigrew. Estaban enzarzados, mandíbula con mandíbula, rasgándose el uno al otro con las zarpas.

Siempre fue ella (Harry Potter y tú) [tercer año]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora