4. OLIVER

4K 194 7
                                    

Me sonó el despertador a las 04:00h de la mañana, en ese momento quería morir lenta y dolorosamente. No era una persona que habitualmente se durmiera pronto, por lo que haberse quedado enganchado a Netflix... me estaba matando. Ahora me estaba arrepintiendo, pero en ese momento no podía parar de darle a 'siguiente capítulo'. Las noches eran mi momento de desconexión, de tranquilidad, de paz conmigo mismo sin tener nada en lo que pensar, y sobre todo, nada pendiente por hacer. Tenía que despertarme y salir corriendo a desayunar, porque tenía que llegar a tiempo a la venta de pescado para poder entregárselo al señor Marcos. Esta hazaña parecía fácil, pero de fácil nada, ya con tener que levantarse uno a las 04:00h, es una tortura. ¿Se puede considerar 'levantarse'?, a esa hora sigue gente de fiesta que ni siquiera se ha ido a dormir aún. En fin, me estaba haciendo mayor y tenía responsabilidades.

En invierno la demanda de trabajo no era la misma, digamos que al bajar el nivel de turismo, la hostelería y cara al público no estaba tan necesitada de empleados. Yo estudiaba, pero también tenía que compaginarlo con trabajo. Desde que cumplí dieciséis empecé a trabajar, eso sí, gracias al señor Marcos, él siempre me ha conseguido buenos trabajos, o mejor dicho, trabajos de confianza, porque de buenos no tenían nada...

La venta del pescado a esas horas podía llegar a parecer la guerra, a ver quién conseguía más y lo mejor. No se me daba mal, teniendo en cuenta las horas que eran y lo poco que dormía. Estuve todo ese invierno, durante tres días a la semana, yendo a recoger el pescado y posteriormente llevarlo hasta la pizzería de mi Jefe. No era el trabajo de mis sueños, pero sí un buen trabajo que podía compaginar con las clases, y me daba un buen dinero para poder ayudar a mi madre. O eso creía ella del origen de mis ganancias, aunque en realidad... yo ganaba mucho más.

Mi familia éramos mi madre y yo. ¿Para qué mas, no?. Mi padre nos abandonó cuando yo apenas tenía un año. No sentía pena por ello, ni siquiera lo recordaba. Mi familia era mi madre, ella lo era todo para mi.

A penas llegábamos a final de mes y mi madre solo trabajaba y trabajaba. Vivíamos en un ciudad muy bonita, pero al ser turística era más cara de lo normal. Nuestra pequeña casita había que mantenerla, teníamos que pagar mis estudios, necesidades básicas y todo lo que necesitábamos para el día a día, que puede parecer poco pero no lo es.

Mi vida cambió hace cuatro años, me convertí en alguien frío, distante y no quería ataduras ni con nada ni con nadie. Sólo había una culpable de todo eso, ELLA.

Tenía que ser puntual con los horarios, llegar a tiempo a la venta y desplazarme hasta la pizzería donde dejaba la mercancía. Después no me podía entretener ni cinco minutos, necesitaba llegar a tiempo al instituto, tenía clase a las 11:00h y ese día por fin, el último examen de segundo de bachillerato. No era el mejor estudiante del mundo, pero iba aprobando como podía, teniendo en cuenta mi vida tan ajetreada... no estaba tan mal, al menos aprobaba. Aún no sabía si me iba a decidir e ir a la universidad o simplemente dedicarme a trabajar en mi querido pueblecito. Siempre había sido un niño con muchas aspiraciones, quería conseguir grandes cosas, poder ayudar mucho más a mi madre económicamente, pero sobre todo quería convertirme en alguien en quien mi madre se sintiera orgullosa. Esas ganas fueron desvaneciéndose, fui creciendo y cambiando, digamos que me fui decepcionando poquito a poco con la vida.

Esa noche era una noche más de desenfreno. Las organizaba yo. Esas fiestas eran la tentación y locura de todos los adolescentes. Tenía que planificar cuál sería nuestra presa esa noche, y dónde ocurriría exactamente esa carrera que estaba deseando hacer, como todas. Necesitaba el dinero, teníamos varias facturas pendientes y nada podía salir mal. Nunca fracasábamos, por lo que estaba totalmente confiado.

La mañana trascurrió de lo mas normal. Terminé la entrega a tiempo y me fui corriendo a clase. Allí estuve planificando la jugada con Gino, en vez de estar repasando para el examen, muy típico en nosotros.

Ya lo teníamos claro. Hoy asaltaríamos el barco de la familia Prett, sabíamos que aún no habían llegado a la ciudad por lo que no tendríamos ningún problema. Me puse a redactar el mensaje habitual de cada fiesta.

* Fiesta en el muelle 12. Desembarcamos a las 21:00h. Os esperamos.* -- escribí el mensaje, y lo envié modo difundido a todos mis contactos habituales que asistían a cada una de las fiestas que organizaba.

Aquellas fiestas llevaban dándome mucho dinero durante dos años, ya me había acostumbrado a ello, era sencillo. Localizar barcos 'vacíos' y asaltarlos, cosa que era muy fácil porque Gino disponía de todos los conocimientos para hacerlos funcionar. Nos habíamos criado entre barcos y mar, éramos capaces de eso y mucho más. En invierno esta hazaña era muchísimo mas fácil, prácticamente todos los dueños de esos grandes barcos ni vivía en Altea, solo venían a pasar el verano. Prácticamente habíamos hecho fiestas en cada uno de los barcos que había en el puerto. Menos en uno.

Ese barco, grande, que sin duda más de uno soñaría tener, por ejemplo yo, pero era intocable. No quería ni mirarlo cada vez que pasaba por allí. Cuando mis ojos podían leer sus letras grabadas en cursiva que ponía "Fabbri", automáticamente mi corazón se encogía, mi ánimo cambiaba por completo, pero creía tenerlo completamente 'superado'. Lo ignoraba, giraba la cabeza y seguía puesto en mi objetivo.

Ese barco llevaba ahí parado cuatro largos años. Al parecer, la familia contactó con el puerto para que alguien se encargara de limpiarlo de vez en cuando y mantener el barco en buen estado, pero jamás aparecían sus dueños. Mi cabeza ya no recordaba ese barco en movimiento, ni siquiera los recordaba a ellos... cosa que agradecía. ¿O no?.

Agárrate fuerte (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora