Capítulo 1

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Mireya había amado mucho, pero se equivocó al amar. Fue lastimada en nombre del amor, y eso la mató un poco cada día.

Llevaba varios días sin alisarse el cabello que se le encrespaba ante el menor descuido. Era pelirroja, de piel rosada, pecosa; sus dos dientes frontales le daban una apariencia infantil cuando sonreía; pero hacia mucho tiempo que no se aplacaba el pelo ni mostraba su dentadura al reír.

El rostro de Mireya había perdido el brillo cándido que la caracterizaba. Estaba muy lejos de parecer esa niña de cara redonda y caireles anaranjados. Ahora se veía como una señora madura, más bien tosca, fatigado de penas que le quitaban el resuelto y le invertían la sonrisa, dibujándole en las comisuras profundas marcas de expresión.

¿Cómo podía una mujer como ella, tan dulce, tan romántica, tan capaz de brindar cariño, haber errado no una, sino tres veces?

¿Cómo pudo dejarse usar por dos instigadores para después entregar su corazón al hombre equivocado?

De las primeras caídas se levantó encallecida y hasta invitada a la revancha. Pero de la última, no. Jamás se recuperaría. Había marcado su fin. No se sentía capaz de seguir viviendo.

Timo un frasco de calmantes, vertió el contenido completo sobre su mano y lo miró. Necesitaba acelerar las cosas.

Echó las pastillas a la boca y las tragó.

Mientras Respire-  Carlos C. SánchezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora