La cámara tintinó. Una advertencia de que le quedaban siete minutos de energía comenzó a parpadear en la esquina de la pantallita. La ignoraron. Siguieron observando el testimonio muy juntas una de la otra, sentadas en el suelo y recargando sus espaldas en la pared.
Zoé se sentía a la vez asombrada y avergonzada, porque en efecto, después de tantos años de amistad, estaba conociendo por primera vez la historia de Ana Sofía. Siempre prefirió obviar los detalles. Aunque sabía que fue víctima de abuso sexual, no le agradaba el tema.
Recordó que la noche anterior se mantuvo distraída y ajena a las palabras de su amiga mientras grababa, pero se incorporó a la charla posterior de forma casual, al momento de cambiar las nueces rancias por unas frutas deshidratadas.
Roberto leyó las definiciones sobre violencia sexual, tratando tanto de aluzar el tema, como de elegir las vertientes del reportaje de Ana.
- Ataque sexual es cualquier agresión erótica (manoseos, exposición pornográfica, etc.) que no necesariamente incluye penetración, hacia una persona. Violación es el uso de fuerza física o coacción psicológica para penetrar en los orificios anal, vaginal u oral de una persona sin su consentimiento. Abuso sexual infantil es cuando un adulto usa a un menor de dieciocho años para estimularse o estimularlo sexualmente. Si el niño tiene menos de trece, y el abusador es cuatro años mayor (o más), al acto se le llama estupro. Si el adulto experimenta fantasías e impulsos eróticos hacia niños de trece años o menores se llama pedofilia. Si el adulto tiene atracción e impulsos sexuales hacia niños de su propia familia, se llama incesto.
Pilar tomó la palabra. Manifiesta cierta irritación incontrolable poco común en ella.
- ¿Saben ustedes quiénes son los abusadores sexuales de menores? – su tono al preguntar era histriónico, inflamado- ¡Personas "normales" muchas de ellas exitosas, y de confianza! ¿Lo pueden creer? La aplastante mayoría de los abusadores son parientes o autoridades del menor: Padres, padrastros, hermanos, amigos, choferes, maestros, vecinos, cuidadores, nanas, maestros, sacerdotes, médicos, entrenadores o amigos de la familia. Noventa por ciento hombres; diez por ciento mujeres. Casi siempre comenzaron su vida sexual tempranamente (antes de los dieciséis años). Muchos fueron abusados en su infancia.
- Pero si analizan las definiciones, el abuso sexual tiene muchas modalidades – complementó Roberto-. No solo es la penetración de la vagina, ano o boca. Es enseñarle pornografía a un menor, es obligarle a mostrar sus partes íntimas o a mirar las del adulto. Es hacer que vea actos sexuales de otros. Es tocar o acariciar genitales. Es enseñarlo a masturbarse, o simplemente, hacerle comentarios eróticos. Con frecuencia todo sucede gradualmente; el adulto prepara al menor durante meses. Se va ganando su afecto con juegos, regalos y atención; cuando percibe que el niño le tiene confianza, propicia el acercamiento sexual. Por lo general, no usa la violencia. Le dicen frases como "estas hermosa", "eres mi preferida", "esto es lo que hacen los abuelitos (tíos, amigos) para decir te quiero", "no tiene nada de malo". Entonces soborna al menor; le da regalos y le dice que si se queja le va a contar a todos sus secretos y le echará la culpa. También suele amenazarlo con dañar a sus hermanos o padres si dice algo. Así, el supuesto "gran amigo" del niño se convierte en su chantajista y verdugo sexual. Esta situación puede durar años.
Ana Sofía había estado asintiendo sin cesar, con el rostro contraído por una combinación de vergüenza y terror reminiscente. Levantó la mano como hacen los alumnos de primaria pidiendo, con respeto, el derecho a preguntar.
- Yo tengo una duda... ¿Lo que a mí me pasó es normal? Quiero decir. La forma que reaccioné cuando mi tío...
- Sin duda- expresó Roberto- Para resistir el abuso, y como respuesta al instinto de supervivencia, el menor suele poner su razón en blanco o viajar mentalmente a otro lado; separarse de sí mismo para salirse de la escena; provocarse otros dolores o insensibilidad física; morderse los labios o contener la respiración; fingir que está dormido, desmayado o muerto.