Zoé sollozaba.
Ana le echó el brazo a la espalda y le dijo que se calmada, que la entendía, que estaba con ella. Mireya no opinó. Tomó la cámara y apretó el botón de parar. Cerró la tapa muy despacio para darle a su amiga algo de privacidad. En esos momentos de agobio, todas preferían la oscuridad.
Miró su reloj fluorescente.
- Son casi las seis de la mañana. Cuando amanezca allá afuera ¿creen que la luz del sol entrará por alguna rendija?.
- Tal vez.
Mireya trataba de distraer los ánimos. - ¿Y si nadie llega a abrirnos?
- Mmh.
- ¿Ya se dieron cuenta? El mundo se va a enterar que fallecimos en este lugar y los vídeos que ustedes grabaron se harán famosos.
Ana articuló con voz lánguida. - Todo esto fue tu idea...
- Las tres estuvimos de acuerdo.
- Sí, las tres lo acordamos.- medió Zoé- pero el testimonio que grabamos Ana y yo, ¡parece tan incompleto! . Es solo un relato al desnudo de personas que hemos surgido, pero ¿cuál es el mensaje para el mundo?
- Pilar y Roberto sabrán generarlo. Ya nos explicaron de qué trataría el reportaje.
Una zozobra densa las aletargaba. O tal vez el aire del pequeño garaje seguía enrareciéndose con la mezcla del humo que no podía escapar y la exhalación de sus propias respiraciones. Zoé se incorporó pata acercarse a tientas a la puerta de metal. Era hermética. Pegó su cara al filo del empalme, entre la cortina y la columna de concreto, esperanzada en que el aire del exterior se filtrara por ahí. Nada. Se quedó con los ojos cerrados esperando un soplo de oxígeno que nunca llegaba.
Ana prendió el encendedor y se puso de pie para hacer un ensayo en el que había estado pensando: recopiló tela y la anudó; luego restregó la bola textil en el extenso charco de gasolina y aceite que había debajo del auto chocado para elaborar una pequeña antorcha. La apartó a un lugar seco y tocó la tela anudada con el encendedor. Se hizo la luz.
- Así esta mejor. Esto no producirá tanto humo. Qué tal ¿eh?
Mireya volvió a tomar su blusa para taparse la cara.
- De todas formas es una combustión. Nos roba el aire.
- No exageres.
Zoé permaneció con los ojos cerrados, pegada a la cortina. Había echado a volar su mente recordando el diálogo de la noche anterior.
Después de grabar frente a las cámara, hicieron un receso. Fueron a la sala. Roberto tomó un puñado de nueces rancias y se lo echó a la boda. Cuando se dio cuenta del mal sabor, ya las había masticando. Se las tuvo que tragar.
- Disculpa- le dijo Zoé - esa charola de sotanas las puso Mi-reya.
- No te preocupes ...- contestó Roberto, y volvió al tema central. - Tu testimonio estimuló mi mente. En el video podremos hablar de violencia doméstica, los tipos que hay. Es algo de importancia fundamental. Debe enseñarse en las escuelas primarias, secundarias y bachilleratos; difundirse en los medios de comunicación. No podemos permitir que en el siglo veintiuno haya una sola persona en el mundo que desconozca las definiciones de violencia. Para prevenirla y evitarla; para identificarla, protestar y poner un alto cuando suceda; para estar alerta de no someterla. Porque el principal problema de las personas que la sufren, es que no la reconocen. Creen que el trato que reciben es" normal". Eso te sucedió a ti, Zoé.