Capítulo 2

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Zoé tenía esposo, pero nunca estuvo enamorada; tenía hijos, pero hacia mucho que perdió la inspiración maternal.

Ella conocía el rechazo.

Sin recibir golpes físicos, su cuerpo le dolía. Viviendo en ambientes " educados" , fue vilipendiada en silencio: ignorada por sus padres, burlada por sus amigos escolares, repudiada por el único novio que tuvo y maltratada emocionalmente por su marido.

Esa tarde, Zoé parecía más delgada de lo que era (su alimentario); tenía ojos ambarinos, piel blanca y cabello oscuro.
En la adolescencia , sus hermanos le decían "bruja de Salem" , comparándola con la hechicera de iris amarillos y cabello largo, negro, que protagonizó una famosa película. Por eso, desde joven se cortó el pelo al nivel de la barbilla y no volvió a dejárselo crecer.

Aunque estaba en apuros, evitaba buscar ayuda. Sabiéndose enferma, no le apetecía sanar. Sufría el agotamiento de la soledad nociva, la corrosiva. La que la guillotinó centímetro a centímetro en los últimos años.

Zoé solía manejar un auto viejo; un auto cansado; tanto como ella. .. ¿y si se estrellara en la carretera? Dicen que muchos accidentes automovilísticos fatales son producto de impulsos suicidas (el conductor decide acelerar en vez de frenar, cuando llega a la curva)...

Esa tarde se animo. Tomó el volante con todas sus fuerzas y se precipitó hasta el fin.

Mientras Respire-  Carlos C. SánchezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora