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Un punto no específico sobre el Atlántico Norte. Presente.
Narrador
Es una imposibilidad sobre otra. Un tren que viaja a 350 k/h sobre los mares del atlántico norte en una línea muy delgada donde la altura de una ola muy alta los rozaría sin daño, pero un rayo tendría que ser demasiado vicioso para matarlos.
Leo Valdez sonríe al sol, sus ojos cerrados. Calipso a su lado trenzándole el pelo a una pequeña de ojos brillantes que balancea las piernas y tararea se siente libre.
Es un buen día, un día realmente precioso. Tiene una hija que es todo lo bueno que le ha sucedido al mundo, una nueva maquina imposible y el mundo abriéndose de posibilidades frente a él.
Es como volver a vivir. Respirar se siente como algo totalmente nuevo, como si por un tiempo aguanto el aliento y de repente se permite inhalar de nuevo, exhalar lento y disfrutar el calor en sus mejillas, la ausencia de voces en su cabeza que le dice que es inadecuado o torpe o las miles de otras cosas que jura estuvieron allí siempre.
Leo abre los ojos y lo espera el océano, amplio e infinito en su horizonte. Junto a él Samantha Valdez se ríe de algo que Calipso le está diciendo y es feliz. Por un breve momento de paz donde nada lo toca es feliz.
Ha crecido un poco, cree. Desde el niño que corria de un lado al otro con resortes en las manos volando en un sueño hecho realidad por sus propias manos inquietas, abriendo el corazón a personas desconocidas y encontrándose a si mismo en las cenizas de un incendio que no había dejado de arder. No ha crecido mucho, pero algo ha pasado y es diferente.
—Papá ama hacerme peinados—Samantha está diciendo, su felicidad palpable—Siempre es algo diferente, solía ir al jardín de niños con mariposas y trenzas que parecían dragones—Manos pequeñas, con manchadas secas de aceite tocan tentativamente el peinado nuevo—Pero tu siempre me haces los peinados más bonitos—Admite sonriendo.
Calipso la abraza y es como abrazar un pequeño fuego. Es la niña más dulce que se ha encontrado nunca.
—Eres adorable—Le dice y Samantha la envuelve con sus bracitos presionando su carita contra el cuello de la antigua diosa.
—Tu eres adorable—Le dice de vuelta.
Leo quiere envolverlas a ambas en mantas y mantenerlas cerca por siempre.
—Háblame de tu mami—Calipso pide suavemente Samantha brilla con algo que esta lleno de emoción, de una genuina fortaleza de amor.
Leo se les acerca curioso ansioso de saber más, Samantha ha dicho muy poco al respecto y él se la ha pasado preguntando frente a todos, rogando migajas de información sobre su belleza, su risa, su personalidad, cualquier cosa.
—¡Te hablare de toda la familia! —Exclama emocionada dejando que Leo se acomode a su lado y la envuelva en un abrazo apretado, Samantha se ríe presionando un beso en la mejilla del adolescente Leo. —Tus bebes no pudieron venir, muy pequeños—Le dice Samantha y Calipso parece que va a llorar.
—Mis bebes—Ella repite suavemente.
—No puedo decirte mucho, me dijiste que no, perdón—Calipso desestima su preocupada disculpa y le besa la frente.
—No te preocupes—Murmura cariñosa—No necesito saber—Samantha parece aceptar eso así que mira a su papá.
—Tengo una hermana—Dice lentamente, rueda las palabras con una claridad deslumbrante. —Su nombre es Molly—Leo se congela.
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La divina magia del amor [HARCY]
Fanfiction-Son hermosos. -Deben estar juntos. -No lo estarán si no los ayudamos. -¿Cómo haremos eso? -Dejemos que su futuro lo haga por nosotras. Risas sonaron por todo el lugar, las Moiras aburridas y con ganas de jugar a hacer el trabajo de Cupido no eran a...