Capíltulo 45

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Yoongi 윤기

Nunca fui de los chicos que pensaban mucho. Siempre seguía mis impulsos.

Desde pequeño tenía problema con los niños del preescolar por ser tan agresivo con otros solo por responder a mis impulsos. Y fueron esos mismos impulsos que me arruinaron mi vida.

Sabía que algo no estaba bien conmigo. Pero se trataba de algo terriblemente difícil de cambiar.

Quería ser buena persona. Quería ser apreciado. Quería hacer lo correcto.

Lo correcto...

Debía hacer lo correcto, pero... ¿qué es lo correcto?

¿Lo correcto era estar con Jyunhee asegurando su felicidad o lo correcto era dejarlo sabiendo que yo no correspondía sus sentimientos?

¿Lo correcto era decirle a un adulto y tratar de ayudar a Jimin con su depresión o lo correcto era dejarlo morir sabiendo que estaría mejor que en este repugnante mundo?

¿Lo correcto era olvidar y continuar con mi vida o lo correcto era castigarme con mi propia mente cada día sabiendo que lo merecía?

¿Acaso lo correcto era morir ahora?

No sabía que era lo correcto. Y fue algo que no me preguntaba mucho antes de que Taehyung perdiera su vista.

Antes reía y bromeaba. Sostenía una actitud con la que a todos le gustaba convivir, pero tenía momentos en los que me molestaba y llegaba a acabar en gritos.

Pocas personas conocían eso de mí y me esforzaba mucho en ocultarlo.

Y siempre hubieron personas que me apoyaron.

Hoseok, Taehyung y Jungkook.

Mis mejores amigos desde siempre. Me conocían de pies a cabeza. Conocían cómo explotaba y cómo lloraba de coraje.

Jungkook siempre fue un pilar para mí y se acercaba siempre que tenía mis episodios buscando tranquilizarme.

Fue por eso que me enamoré. Una persona que conocía todas mis facetas y no se alejaba, que podía abrazarme en mis peores momentos y estarse el tiempo necesario.

Desde el accidente de Taehyung, todos me veían igual. Cómo un animal, como un salvaje. Incluso Jungkook lo hizo.

Fue ahí cuando me destrocé.

Comprendía que ya nadie podía lidiar conmigo, que nadie era gustoso de estar a mi lado.

Jin y Hoseok eran los únicos que se acercaban de vez en cuando a asegurarse que estuviera bien.

Nunca me había imaginado lo mucho que necesitaba que alguien simplemente se acercara cuando estaba teniendo una de mis rabietas.

Hasta que apareció Jimin.

Aquel chico, al que lo trataba horrible casi a diario, había estado frente mío sosteniendo mi mano con una ligera sonrisa de consuelo.

No merecía aquella sonrisa, pero quería conservarla.

No merecía que él estuviera aquí, pero no quería que se fuera.

En la cafetería, dejé de pensar tanto en lo que debía y no debía hacer para alejar mi mano de la suya y pasarla a su espalda empujándolo contra mí.

Probablemente se vio más brusquedad en mis movimientos que cariño o cualquier cosa que se relacionara mejor con un abrazo, pero aunque fue así, lo otro vino después.

Jimin tenía algo que, incluso cuando no se movía o solo acariciaba mi brazo torpemente, me reconfortaba de manera increíble y no quería aceptarlo.

Sabía que si me acostumbraba a esto, lo querría más y más cerca. Lamentablemente, era algo que no me podía permitir en este momento.

Solo Mira [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora