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Chuck:

Las manos de la reina me rodean el cuello y mis labios no se lo niegan a su majestad, gime sintiendo mi lengua y busco aire jadeante, lo recibo y vuelvo a satisfacerme con ese beso, la reina emite otro gemido y el sonido tan sensual y satisfactorio lanza descargas en mi ingle.

Jadeo y ella se sobresalta al chocar con el filo de la cama, apartando nuestras bocas acompañado de otro ruido.

Diana.

La reina Diana sujeta de mi voltea y pone los ojos en el lugar, la dirección de su mirada cambia en segundos y nuevamente esta sobre mí, nos besamos otra vez y sin romper ese beso, me hace girar y sentar sobre el colchón, el mismo que se hunde con ambos, cuando la reina presiona las piernas abiertas sobre las mías.

Busco aire una vez más y me dirijo a su cuello, con sus manos abrazándome la espalda ella echa la cabeza hacia atrás, reparto besos largos por la zona y me hace saber que disfruta cada uno de ellos.

—Uhmm...

Mueve la cabeza indicándome donde besarla, mis labios se plantan detrás de su oreja y ella gira el rostro para mirarme.

—Tócame. —Suplica levantando las telas del vestido de dormir. —Necesito tus manos en mi cuerpo, Chuck.

Aparto las delgadas capas del vestido y meto la mano entre sus muslos, sus labios se separan cuando la muevo sobre mi verga erecta.

Que rico. —Mueve nuestras caderas y me mira.

Mis toques suben por sus pies, el vestido se lo quito y pronto la tengo desnuda sobre mí, sus labios repiten los míos, me devoran el cuello esta vez y las manos las baja por mi camisón, desajustando cada prenda, la reina sujeta las puntas y lo levanta palpando directamente mi torso y los abdominales que se me marcan, el pantalón se desajusta también y mientras me besa sujetándose de mi cuello con una extremidad, la otra la tiene subiendo y bajando sobre la longitud.

Ella gime.

Y empuja mi cuerpo contra el colchón mientras se ubica sobre mí, me inclino hacia adelante levantándome y ella con un solo empujón en mi pecho me hace caer de regreso a la cama.

Mueve las caderas frotándose contra las mía y mi mano sujeta su cadera, desviándose de ahí a su espalda.

—Me gusto tu pintura. —Me saca el camisón y sus ojos me observan profundos, la reina se inclina y pone los labios sobre piel. —Es hermoso, Chuck.

—Me alegra que a mi reina le gustara. —Respondo y dibuja una línea de saliva bajando hasta mi entrepierna.

—Déjame agradecerte. —Me pide y llega a mis muslos. —Quiero agradecerte como te lo mereces.

Sus manos se envuelven alrededor de la longitud.

—Déjame mamarte la verga como agradecimiento. Dame ese placer...

La lengua me roza la punta, limpiando el pre semen.

—Chuck... ¿Me dejas?

Trago saliva, la imagen de su majestad con sus manos apretando mi longitud llevan mis niveles de excitación a lo alto.

Diana de Obsidiana se ve tan perfecta sosteniendo mi verga a unos centímetros de su rostro, sus labios tiemblan esperando por mi polla.

—Le sirvo a mi reina, estoy aquí para cumplir sus deseos.

No me da ninguna expresión, solo la lleva a su boca y la hunde muy profundo rozando la garganta, me la comienza a mamar a la vez que sus manos mantienen el ritmo de antes, la devora con hambre y los hoyuelos no tardan en marcarse.

En los zapatos de la Reina (#4 Amores en la realeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora