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Chuck:

La reina no me pide visitar su dormitorio esa noche y por primera vez en más de una semana, vuelvo a mi habitación yo solo.

Pego sueño tarde, mi cabeza no deja de repetir el escenario con el collar de perlas, la reina y el individuo que llego sin invitación.

Justo a joderme.

A la mañana siguiente me dirijo a realizar mis tareas, la reina se encuentra en su aseo matutino así que me dirijo a la planta baja, sin embargo, una de las habitaciones entre abiertas es la que llama mi atención, la habitación con las pinturas reales.

Intento cerrarla hasta que veo a alguien dentro, mis cejas se juntan e ingreso enseguida cuando descubro que se trata de Barón de Solaría.

Ese sujeto.

Ignoro mi fastidio por su presencia y le recuerdo que es solo un invitado.—Lord, lamento interrumpir, pero no puede estar aqu...

Levanta la mano callándome, hijo de...

Las manos se me cierran y camino hacia él, levantando la vista donde fija su mirada, los ojos se me abren mucho al notar la pintura que lo tiene tan concentrado.

La pintura que hice hace varias noches y de la que ignoraba que había puesto en el salón de arte.

Si, la misma pintura donde su majestad pose desnuda solo para mí.

—Que belleza...—Pronuncia y se acerca a tocar la pintura.

Doy un paso.

—Estos trazos y técnica...—Toca los bordes y quiero que le quite las jodidas manos a la pintura. —Lo reconocería en cualquier lugar.

—De Solaría. —Me adelanto a poner fin a sus dudas. —Sí, yo la hice. —Capto su atención. —Me trajeron a servir a su majestad, soy de ahí.

Digo todo muy rápido porque lo que menos deseo es alargar esta charla con este invitado no grato.

—Increíble. —Responde y sonríe. —Tuviste la suerte de pintar a la reina en todo su esplendor.

—La suerte y el placer. —Corrijo. —Así es.

Frunce el ceño, pero enseguida hace otro comentario.

—Es una mujer hermosa ¿Verdad?

—Claro que lo es.

Solo un idiota no se daría cuenta de lo magnifica que es Diana de Obsidiana.





Diana:

—Gracias por autorizar la reunión del consejo, mi reina. —Lucian me agradece.

—Basta de agradecimientos que muy en el fondo deseas omitir.

Lucian calla.

—En cuanto a tus intenciones de meter a un noble a palacio con el fin de que me corteje. —Niego. —Desde ya aviso que no estoy nada contenta con tu actitud.

—Mi único interés es proteger la corona. —Me responde.

—¿Y consiguiéndome un esposo que claramente advertí no querer lo soluciona? No haces más que fastidiarme.

Me examina y luego responde.— Dígame mi reina ¿Por qué piensa usted que el pueblo no ha reaccionado? —Me pregunta y se acerca a mí. —Les hice una promesa a sus detractores y calmé al pueblo de Obsidiana.

En los zapatos de la Reina (#4 Amores en la realeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora