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Chuck:

"Es hermosa, demasiado hermosa"

"¿Así se toca todas las noches, mi reina?"

"Y yo estoy aquí para cumplir cada uno de los deseos de mi reina"

Rasco mi nuca enjuagándome la piel con el agua del balde y mi mente me sigue regresando a la noche anterior, cierro los ojos llenando de nuevo en balde y vuelvo a vaciar esta vez sobre mis pectorales.

Toda mi vida he puesto un límite con la reina, le he servido a la corona y a ella, le he dado fidelidad y he escondido mis sentimientos, yo he creado un muro tan difícil de cruzar y tan similar como lo es el muro de espinas de Tierra quebrada, pero cuando la orden sale de la boca de su majestad...

Ese muro de poderosas espinas desapareció.

Solo hizo falta escucharla y que su orden se de para que yo perdiera el sentido común... ¿Y a donde me llevo eso? Ahora que rompí la barrera que me mantenía cuerdo ante su presencia.

Yo no me siento capaz de volver a poner esa barrera, no me siento capaz de estar en la misma habitación que ella sin desearla y cada segundo me atormento imaginándome como repetir esa noche...

—Diana.—Pronuncio despacio y cierro los ojos.

Me llevo la mano a la erección que se forma, maldición...

Yo...

Quiero volver a follar a su majestad.

Mis dientes chasquean.

¿Qué hago?

Voy a acabar volviéndome loco.



(***)



Espero a la reina fuera de su habitación y me enderezo cuando esas puertas se abren mostrándome al mayor monarca de Obsidiana en un vestido blanco un tanto revelador, hombros medios descubiertos ya que la tela cuelga conectándose con la cola del vestido, cuello en V que cierra al llegar a los pechos, aunque lo voluptuosos que son se hacen notar y la tela es demasiado trasparente, su cabello color fuego lo trae sujeto en un moño y la pedrería del collar decora su cuello.

La reina nota mi presencia y se me acerca.

Hago una reverencia.—Mi reina.

Su pecho sube y baja con la respiración. —¿Mi desayuno ya está listo?

Levanto la mirada.—Así es, lo que ordeno ya la espera.

—Bien.

Camino a su lado por el pasillo y por varios minutos prefiere guardar silencio.

—¿Descansaste bien? —Me pregunta.

—Lo hice... ¿Mi reina descanso bien?

—Dormí bastante complacida, a decir verdad. —Se detiene a unos metros del comedor y se vuelve hacia mí.

Solo me mira y yo permanezco callado, evaluando su expresión y acabo con eso para admirar su atractivo el día de hoy.

—Hoy se ve muy hermosa, mi reina.

Quiero...

La observo tragar.

—Quiero que termines la pintura esta noche. —Me ordena.

—Entiendo ¿Do..

—En la biblioteca. —Me interrumpe. —A la media noche.

—Comprendo, así será, mi reina.

—No me hagas esperar.

—No lo hare. —Le prometo y ella se aparta de mi para ingresar al comedor.





Diana:

Observo mi cuerpo desnudo en el espejo antes de colocarme la bata para dormir, suelto mi cabello quitándome el broche dorado y dejándolo sobre la cómoda.

Las campanas de una de mis torres se escuchan.

Ya es media noche.

El corazón se me acelera y me doy una última mirada antes de dejar mis aposentos, los pasillos están oscuros y al menos hoy no debo darle cuentas a nadie.

Llego a la habitación y con una mano en la manija, empujo ingresando.

Las luces están prendidas y él ya está dentro en el mismo lugar que la última vez, con su lienzo al lado y su montón de pinturas, Chuck lleva ropa de dormir y solo me la imagino lo rápido que será arrancársela.

Cierro la puerta detrás de mí y me quito la bata, caminando desnuda delante suyo, voy hacia el mueblo y me ubico en la misma posición.

—Ya podemos empezar.

Chuck asiente y acerca la mano con el pincel en el lienzo, hace los trazos que faltan y comienza a pintar, se mantiene hace 15 minutos hasta que empiezo a aburrirme y mis manos actúan solas, bajando por mi cuerpo.

Chuck tensa la mandíbula y deja de pintar para solo observar el camino de mis manos, los dedos los trazo por mis pezones y hago círculos en mi abdomen, arqueo la espalda y bajo mi tacto a mis muslos.

Lo veo tragar duro.

—Mi reina, si sigue moviéndose no podre acabar la pintura.

—Ven a detenerme si eso quieres hacer.

Se sorprende por mi respuesta, pero al segundo ya ha dejado todo y ha venido a mi lado, la ropa tiene mancha de pintura seca, así como sus dedos.

Llega a mi lado y pone las rodillas en el suelo mientras yo me siento, teniéndolo a mi altura.

—No voy a terminar la pintura.

—Tu arte es maravilloso, Chuck...—Lo halago. —Pero no lo necesito ahora.

—¿Y cómo puedo complacer a mi reina si no es con una pintura?

No respondo y esta vez él se inclina a besarme el abdomen, los ojos se me cierran mientras empieza a lamer y mis hombros se encogen con el jadeo.

—Así...—Muerdo mis labios.—No te resistas a tu reina.

—Jamás podría resistencia con usted. —Me asegura y separa la boca para mirarme.

Se levanta y baja las manos al cinturón, mi mano también va al lugar y lo miro a el hacia arriba.

—¿Me deseas?

—Más que cualquier otra cosa que haya conocido. —Contesta y con mi ayuda le bajo los pantalones.

—Bien, porque yo también te deseo.

Me acomodo sobre el mueble y él viene hacia mí, su peso me aplasta y sus labios rozan los míos.

Mi cuerpo se estremece y me sujeto de sus bíceps con mis uñas.

—Todo el día solo he pensado en esto. —Mueve las caderas dándome el encuentro.—Con usted, mi reina.

Jadeamos con el roce.

—Ahh... entonces no hagas esperar más a tu reina, Chuck.

Jamás.

Dichas mis palabras, él se hunde dentro de mí.



¿Nos ponemos calientes? ( ͡° ͜ʖ ͡°)

Nos leemos.

>>Yiemir.

En los zapatos de la Reina (#4 Amores en la realeza)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora