Circus Baby's Pizza World

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Fredbear's Family Diner fue un absoluto éxito, no solo entre los habitantes del pueblo, sino que también de las personas de otros lugares. La noticia de una pizzería que había creado animatrónicos para entretener a los niños corrió como la pólvora y, en menos de un año, habíamos recuperado el dinero de la inversión y conseguimos aumentar la plantilla de empleados. 

Con el tiempo, incluso apareció una nueva compañía que trató de hacernos competencia, llamada Freddy Fazbear's Entertainment. Sin embargo, nuestros clientes eran leales y sabían sin lugar a dudas que nuestro local era superior a cualquier otro.

Todo parecía ir estupendamente hasta que, a los diez meses de haber inaugurado el local, Murray nos hizo una llamada para informar de que iba a dejar el proyecto.

—¿Qué? Pero, ¿por qué? —Escuché a Henry desde nuestro despacho, le notaba un tono afligido.

En ese momento todos estaban en el comedor principal festejando, un día más, junto con Fredbear y Springbonnie en el escenario. Me acerqué y llamé a la puerta con el puño  en alto, no hubo respuesta de Henry al otro lado de la oficina, pero tomé la decisión y entré por mi propia cuenta.

Él estaba allí, sentado en su escritorio lleno de montañas de documentos y, a un lado, el teléfono fijo rojo con el manófono descolgado, sostenido por Henry a un lado de su cabeza. Me miró profundamente preocupado, se le veía pálido mientras escuchaba a la otra persona al otro lado de la línea. Agarré una silla y la coloqué frente a él, sin apartar la mirada, curioso por descubrir qué era lo que tenía así a mi amigo.

—Está bien, lo entendemos perfectamente. Quiero que sepas que en Fredbear's siempre tendrás un lugar si lo necesitas, nuestros mayores deseos para que todo vaya bien a partir de ahora. Sí. Sí, muy bien, hasta pronto.

Colgó el teléfono y emitió un sonoro suspiro antes de volver a mirarme con ojos tristes.

—Murray ha decidido abandonar Fredbear's.

No pude ocultar la sorpresa en mi rostro cuando informó sobre aquello. Era evidente que no había sido una decisión fácil para Murray, él amaba ese local, por lo que tenía que haber pasado algo especialmente grave como para que hubiera decidido no volver.

—¿Ha pasado algo?

Henry se inclinó para colocar sus codos sobre sus muslos , cabizbajo mientras trataba de elegir las palabras correctas para hablar sobre el tema. Realmente había sido un suceso severo si el Henry optimista y resolutivo de siempre se encontraba en ese estado.

—David estaba jugando en el jardín de su casa con Mimic, el endoesqueleto que había programado Murray para que su hijo tuviera un amigo. Él me estaba contando que se cree que la pelota con la que estaban jugando se escapó a la carretera y su hijo fue atropellado por ir a recuperarla.

—Oh, dios mío. ¿Está ingresado en el hospital? ¿Quieres que vayamos a hacerles una visita?

—William, no... —suspiró de nuevo—. David no consiguió llegar al hospital.

En aquel momento, algo hizo click en mi cabeza. Puede sonar despiadado pero, en lugar de sentirme apenado por la familia de Edwin, en mi mente no paraba de circular la imagen de David siendo atropellado por el coche y sufriendo hasta el último segundo en el que su alma decidió abandonar su cuerpo. 

Miraba a Henry, luchando por que mi rostro no se torciera en una mueca sonriente, pues él me importaba demasiado como para mostrar que, en el fondo, la muerte de ese mocoso me había transmitido una sensación inigualable.

Me levanté y me acerqué a mi amigo, poniendo una mano sobre su hombro para mostrarle mi apoyo.

—Está bien, Henry. Debemos ser fuertes ahora para mantener este negocio en el nivel que está, ¿vale? Hagámoslo por Murray, él no querría vernos caer ahora.

Él siempre vuelve [William Afton]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora