El incendio

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A la mañana siguiente de lo que sucedió con los animatrónicos, entraron los del personal y escuché cómo descubrían los personajes de su restaurante totalmente destruidos.

—No, no, no. ¡Joder! ¿Quién ha hecho esto? ¿No teníamos suficiente con la puta leyenda urbana, que ahora tenemos que pagar las putas reparaciones? ¡Schmidt! ¿Dónde se ha metido ese inútil? ¡Mike!

Unos pasos acelerados se escucharon en el exterior del partes y servicios, y un olor intenso a algo muerto atravesó la puerta y llegó a mis fosas nasales. La persona que se había acercado no formuló una sola palabra, solo se quedaba en silencio mientras la otra voz gritaba violentamente mientras se escuchaban golpes, cercanos al sonido de bofetadas y puñetazos. La persona que recibía la paliza no emitía ni un solo ruido, se dedicaba a recibir los golpes sin responder de vuelta.

—¿Encima de ser jodidamente asqueroso, no sabes hacer tu trabajo? ¡Solo tenías que vigilar las cámaras y evitar este tipo de desastres!

Moví mi cabeza para escuchar con más atención la conversación de las dos personas del exterior del cuarto. Se dejaron de escuchar golpes y el hombre que gritaba anteriormente suspiró, caminando en círculos mientras trataba, o al menos eso era lo que yo imaginaba, de pensar en qué hacer.

—Ya no es rentable continuar con esta mierda, ¿cómo le voy a explicar al jefe todo esto? Este restaurante de mala muerte va a cerrar y vamos a quedarnos todos en la calle.

No le faltaba razón, a los pocos días de aquel suceso el local se puso en venta y bloquearon todas las puertas y ventanas que daban al exterior con tablones de madera para evitar que los drogadictos y ladrones se adueñaran del local.

Pasé mis primeros treinta años de inmortalidad atrapado en el restaurante que me hizo perder la vida, no sabía distinguir si las voces que escuchaba constantemente eran los fantasmas del local o mi propia cabeza tratando de llevarme a la locura. 

Los días eran lentos, pasaba el tiempo tratando de mirar entre los huecos de las tablas clavadas a las ventanas al exterior, observando cómo el mundo a mi alrededor iba cambiando mientras el interior del Freddy's se iba pudriendo conmigo. Como si hubiera pasado de la noche a la mañana, las mujeres pasaron de llevar colores neón en la ropa y hombreras en las chaquetas, a vestir de blanco y marrón. Los vestidos ajustados en las noches de fiesta me mantenían entretenido y el sexo en público de los jóvenes que no tenían casa y decidían hacerlo en este terreno abandonado, en ocasiones era disfrutable a la vista.

Sabía por los carteles de cine frente al local cuándo los años pasaban, aproximaba las fechas cuando cambiaban las enormes pancartas y concluía que un año más había pasado en la vida que yo mismo me creé. 

2023 llegó finalmente, el verano se veía soleado pero no sentía su calidez cuando un camión de mudanzas aparcó frente al local y varios hombres salieron de él para acercarse a la entrada del Freddy's. Me senté en el suelo y cerré los ojos, haciéndome pasar por un animatrónico desactivado para evitar problemas cuando entraron en el local.

—Huele a mierda —escupió uno de los cuatro chicos cuando accedieron a la sala en la que yo me encontraba.

—Serán los bichos muertos que se cuelan para buscar comida —respondió otro.

—Tío, mira eso —interrumpió el mismo de antes, y escuché pasos acercándose a mí—. Qué puto mal rollo, ¿y esto era para niños? 

—No siempre fue así, imbécil. En su momento seguro que se vería más amigable, aunque en Fazbear Entertainment sin duda han acertado decidiendo hacer una atracción del terror con estas mierdas, se van a hacer de oro con la leyenda de los cinco niños desaparecidos.

Él siempre vuelve [William Afton]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora