Epílogo

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Supe pronto que había sobrevivido al incendio. De nuevo, el destino tenía algo más grande preparado para mí, y el berrinche de un adolescente como Michael no iba a detenerme de vivirlo.

Fui uno de los objetos rescatados del Fazbear's Fright que subastaron, de hecho, fui el objeto vendido por la cifra más alta de toda la sala. Fue difícil vivir el momento en el que escuché cómo vendían mi cuerpo al mayor comprador, admitir que para la gente era únicamente un objeto maldito que haría aumentar su colección de trofeos con un pasado morboso, pero mi incomodidad se fue reduciendo cuando el camión de transportes dejó mi caja en el interior del local y, quienes me desempaquetaron del interior, resultaron ser Michael y un viejo Henry desarreglado sostenido por un bastón.

Me permanecí inmóvil mientras veía cómo ellos me observaban desde diferentes ángulos y comentaban el plan que tenían con aquel lugar desconocido. 

Mi entorno parecía un backstage, con pilas de cajas con objetos mecánicos en su interior en diferentes esquinas de la sala. En el exterior se escuchaban la terrible mezcla de música y risas infantiles que tanto me enfermaba.

—¿Cuánto has pagado... por él? —preguntó Michael mientras me analizaba con mirada inquisitiva.

—Diez mil dólares, creo —respondió y, cuando se percató de mi movimiento de ojos para observar mi alrededor, se dibujó una mueca satisfecha en su rostro y alzó su mano para saludarme—. Hola, William. Incluso muerto me haces pagar caro de alguna forma u otra.

—Siento mucho... No poder contribuir en... —comenzó a formular Michael con dificultad, pero Henry se giró a mirarle y, negando con la cabeza, sonrió amablemente.

—No te preocupes, hijo. Tenía muchos ahorros y pocas cosas en las que gastarlo antes de morir, ¿qué mejor forma que consumir mi capital en pasar el tiempo que me queda torturando a la persona que ha sembrado tanto dolor a su paso?

—Vamos a romper con el ciclo, Henry... Te prometo que podrás descansar en paz...

Giré mi cabeza de una forma más visible hacia ellos dos, lo que hizo que ambos se sobresaltaran y pusieran su atención en mí. Las muecas de disgusto por parte de los dos no eran discretas, yo pestañeé y miré el resto de la sala asegurándome de que no hubiera más personal involucrado en sus planes.

—¿Qué coño hago aquí? ¿Dónde me habéis metido?

Michael se incorporó y, sin responderme, miró de nuevo a Henry y le puso una mano en el hombro antes de sugerirle continuar con las labores del restaurante. Henry, tras escuchar aquello, abandonó el backstage y cerró la puerta a su paso, dejándonos a Michael y a mí a solas, temiendo que volviera a tratar de prenderme fuego.

—Vamos a destruir todo ser que transporte... Rastros de remanente en su interior. Estamos buscando a todos los animatrónicos... Para hacerles pruebas y confirmar que todos están de vuelta antes de iniciar... El plan de destrucción.

—¿Qué plan de destrucción, Michael? ¿De qué hablas?

—Se acabó, William... Hasta aquí llega tu proyecto enfermizo...

Nos quedamos en silencio observándonos el uno al otro, mientras trataba de ver de reojo alguna posible salida de aquella habitación que no fuera la puerta por la que acababa de salir Henry, mas no había puertas ni ventanas de algún tipo. Estaba sin salida, estaba encerrado de nuevo.

—Aún os falta mucho por estudiar si os pensáis que es tan fácil como traerme a mí al local y encender una cerilla para acabar con todo el remanente. Ellie inyectó...

—Ellie está aquí con nosotros, William... —interrumpió.

De pronto, varios pasos se escucharon de mi izquierda y, de la zona que no alcanzaba mi vista apreciar, salieron los trajes de Circus Baby junto al resto de los Funtime, completamente destruidos y sucios.

Él siempre vuelve [William Afton]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora