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Harry había estado frecuentando la sala de menesteres desde hace tiempo, la había descubierto en su segundo año cuando Neville se lo contó como un secreto entre los dos, Longbottom le dijo que, mientras escapaba de Malfoy y su pandilla, la sala se...

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Harry había estado frecuentando la sala de menesteres desde hace tiempo, la había descubierto en su segundo año cuando Neville se lo contó como un secreto entre los dos, Longbottom le dijo que, mientras escapaba de Malfoy y su pandilla, la sala se hizo presente frente a él y fue hasta tercer año que Fred les dijo sobre la leyenda de una sala que solo aparecía ante quien lo necesitará pero, aún conociéndola, no volvieron a intentar encontrarla. Al menos así había sido hasta que Harry comenzó a frecuentarla por la noche, ahogándose él mismo en todo lo que por rodeaba, siempre recordando las muertes que le rodeaban desde que nació y todo lo que le había sido pedido desde que puso un pie en Hogwarts.

Le gustaba pensar que tenía un lugar solo para él donde podía tener la privacidad y la seguridad que tanto buscaba tanto en el mundo muggle como en el mundo mágico.

La sala siempre se volvía un lugar pequeño, hogareño, algo que siempre le hubiera gustado de pequeño, con un sofá delante de una chimenea, un estante lleno de libros que no le llamaban la atención pero aveces los hojeaba, aveces se aventuraba a leer algunos que fueran de aventura o de niños siendo... Niños. Algo que hubiera deseado tener.

Había un tapete de peluche color gris en todo el suelo, algo que amaba pues, apenas llegaba, se quitaba ambos zapatos para estar descalzo por todo el lugar. Un sitio que le diera la calma que había estado buscando hace demasiado tiempo y apenas podía estar gozando.

Así fue hasta una noche en la que estaba sentado encima de la alfombra, mirando la lumbre del fuego perteneciente a la chimenea, escuchó el crujido de la puerta por ser abierta, lo primero que pensó de manera fugaz, es que era Hermione o Ron que habían descubierto lo que hacía apenas cayera la luna, incluso pensó que era Dumbledore quien le pediría dejar la sala.

Pensó en todo, menos en toparse con Draco Malfoy.

Draco había abierto la puerta y lo miraba entre extrañado y sorprendido, quiso marcharse apenas se dio cuenta que Harry lo estaba viendo igual.

Tal vez fue el rostro gris y entristecido o la ropa desaliñada a causa de haber estado dando vueltas por la cama a causa del insomnio o las ojeras rojizas debajo de sus ojos lo que provocó que Harry hablara cuando Draco ya estaba dando la espalda con intención de irse sin decir palabras.

—Puedes quedarte. —Habló, interrumpiendo todo silencio que la sala había estado manteniendo a salvo. —Si quieres. —Esta vez habló en voz baja pero fue suficiente para que el rubio se detuviera en su acción de irse.

Draco giro sobre sus talones, por un momento Harry creyó que se burlaría de él para luego irse, hasta imagino las palabras que diría el chico pero al contrario de todo pronóstico, Malfoy solamente mordió su labio inferior, como si realmente se planteará que fuera buena idea hacerle caso a una propuesta que salió de manera inconsciente hasta que termino por suspirar con pesar, sacando todo el aire de sus pulmones y comenzó a caminar hacia Harry, no se sentó a su lado en el suelo, tomó asiento en uno de los sofá.

Secreto Nocturno [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora