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Día tras día transcurrieron rápidamente. Second Reich se mantenía ocupado atendiendo asuntos de su gente y su gobierno; todo esto para lucir normal y responsable, y que sus padres no sospecharan absolutamente nada de él. Si bien, un matrimonio por conveniencia era algo que tarde o temprano pasaría, explicar exactamente con quién y cómo se casó si era un grave problema.

El de cabello negro estaba en su habitación, sentado frente a su escritorio y realizando algunos cálculos financieros. Debía estar muy concentrado, así que no ponía atención a lo que pasaba a su alrededor; ni siquiera a los pequeños rechinidos provenientes de su cama.

Cuando se dio cuenta, ya estaba siendo abrazado por la bestia de color rojo.

—Hallo, hace varios días que no nos vemos ¿Cómo estás? —le dio un beso en la mejilla.

El alemán volteó a verlo un poco sonrojado. —Guten tag. 

—Oww, no tienes que ser tan formal al saludarme —sonrió.

—... ¿Entonces sería mejor que te salude de esta forma? —se levantó de la silla y abrazó con fuerza al austrohúngaro— ¡Austria-Hungría! ¡Mein liebe, te extrañé mucho! ¿Me puedes besar?—rió.

El monstruo se sonrojó bastante. —No tendría problema en que me recibas así.

Al darse cuenta que esa pequeña broma no funcionó, se alejó rápidamente y aclaró su voz— ¿Qué te trae por aquí? No creo que solo hayas venido a saludar.

Cargó al de menor altura. —En realidad, si, vine únicamente a saludarte —comenzó a darle muchos besos— ¿Crees que podamos hacer algo juntos hoy?

Miró los documentos llenos de tablas y números en su escritorio. —No lo sé, estoy ocupado ahora mismo resolviendo asuntos económicos y de mi industria.

—Oh, perdón —lo bajó con delicadeza—. Y... ¿Eso es urgente?

—Hm... Realmente no, todo va bien y creo que puedo tomar un descanso.

—Está bien —sonrió feliz.

La criatura, con algo de curiosidad, tomó algunas de las hojas y comenzó a leer las tablas; inmediatamente, volteó a ver a Imperio Alemán con sus ojos muy abiertos. 

—¿Qué pasa, Austria-Hungría?

—¿Cómo es que has crecido tanto económicamente en tan poco tiempo? —miró de nuevo los documentos, aún sorprendido.

—Te dije que me fascinaba la ciencia y la tecnología —dijo tranquilo.

—Pero, esto es impresionante ¡En solo ocho años siendo país has logrado lo que los demás conseguimos en un siglo! —dejó en la mesa las hojas y se acercó.

—A mi me parece que sigue siendo poco —bajó la mirada.

—¿Poco? Es un milagro lo que estás haciendo. Esas son tus principales empresas y están avanzando a pasos agigantados —lo tomó de los hombros.

—En realidad, terminé las empresas más importantes ayer. Estas son empresas medianas —señaló los papeles del escritorio.

—... ¿Qué? —el monstruo se quedó perplejo.

—...Bueno... Trabajaré en eso después ¿Qué quieres hacer? Además de mimarme.

Lo pensó un momento. —Dijiste que la próxima vez que nos viéramos podíamos hacer un experimento. Si quieres, podemos realizar uno —lo abrazó.

Second Reich lo miró emocionado, y recordó una de sus tantas lecturas. —Ya sé que vamos a hacer hoy.

Se separó de la bestia de ojos celeste, e inmediatamente buscó lo necesario para hacer el experimento. De su armario, sacó un par de batas blancas; y luego, una caja con muchos instrumentos. Quitó los documentos y el resto de cosas del escritorio, y ahí puso dos vasos de precipitados, una espátula, y dos agitadores de vidrio.

Unter Meinem BettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora