May.
16 de diciembre, 2016
—¡Maia, se hace tarde! La ceremonia está a punto de comenzar.
Esas son las palabras que hacen que me apresure. Literalmente lo estaba haciendo, de verdad que estaba yendo rápido, pero no puedo simplemente dejar de ser quien soy. Porque sí, soy la persona más impuntual del planeta, y aún así, les prometo que me esfuerzo en no serlo.
Lo cuál no parece muy real.
Le di una última cepillada a mi cabello, intentando no arruinar lo lacio que estaba; obra del salón de belleza al que me llevó mi padre esta mañana. Aproveché para verme al espejo, fijándome en el lápiz que profundizaba el color oceánico de mis ojos dándoles un aspecto mucho más intenso.
Hoy lucía increíble.
No es para menos, después de todo, es mi graduación.
Al terminar, rebusqué mis zapatillas por todos lados, enfadándome conmigo misma por el desorden. Empecé a dar algunos saltitos por la impaciencia al no verlas por ningún lado. Fue ahí, donde me fijé en la bolsa sobre mi cama y casi quise golpearme.
Ni siquiera las había sacado de la caja.
Me apresuré, sacando el tacón rosa que yo misma había escogido. Me las probé, abroché lo necesario y después me puse de pie, sintiéndome inmediatamente unos diez centímetros más alta.
Sonreí
Perfecto.
Y apenas di el primer paso, sentí cómo mi tobillo se doblaba queriendo mandarme al piso. Me estabilicé como pude, sosteniéndome de las paredes para llegar a la sillita de mi escritorio donde caí sentada
Resoplé, moviendo un mechón de mi cabello
¿Y justo esto tenía que sucederme? Sí.
Tomé un pequeño descanso para intentar convencerme de que ir elegante era mucho mejor que estar cómoda. Lo que definitivamente detestaba y no estaba de acuerdo. Sin embargo, teniendo en cuenta de que esta sería probablemente la única vez en mi vida que usaría tacones, digamos que valía la pena intentarlo.
Ahí, en medio de mi miseria, observé cómo la pantalla de mi móvil se encendía sobre el escritorio. Lo tomé, sonriendo un poco al ver la foto que tenía como fondo de pantalla
Éramos mi mejor amigo y yo. Cabe resaltar, que fue él quien me obligó a ponerla. De todas formas, no tenía caso negarme.
Solté un largo suspiro
Mejor amigo
Esas dos palabras se quedaban muy cortas para todo lo que sentía por él. Tantos años juntos, tantos momentos, tantas situaciones, digamos que habían causado que mis sentimientos florecieran como algo inevitable.
Me fijé en su imagen más específicamente. Mis dedos rozaron la pantalla, deteniéndose en sus labios en un movimiento casi imperceptible.
¿Qué se sentiría besarlo? ¿Qué sentiría él si yo lo besara? ¿Eso arruinaría nuestra amistad? No lo sé.
Lo único que sé es que empezaremos una nueva etapa en la universidad, y honestamente, no quiero que me siga viendo como su amiguita.
Lo quiero. Más que eso. Es mi cursi amor de secundaria.
Sentí mis mejillas sonrojarse y la ansiedad causando que mis manos temblaran ligeramente. Me he preparado por meses, meses en los que he practicado y practicado lo que le diré y cómo se lo diré.
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Un concierto para dos
RomansaUn músico y una chica que se gana la vida haciendo tatuajes son polos opuestos, culturas distintas, tipos de arte distintos, sueños distintos. Podría decirse que son completamente diferentes, pero no era así. La vida los había separado en una ocasi...