Maia
Todo está yendo bastante rápido.
Y tengo miedo de que se quede en un sueño y que al final cuando despierte nada de esto esté pasando. Porque no es normal estar dormida en los brazos del chico que has amado desde tus dieciséis años. No es normal que él sienta lo mismo por ti y que ahora parezca que todo estará bien.
No quiero reventar esta burbuja.
Nunca.
Es por eso que me cuesta tanto despertar, aunque él ya estaba despierto. Tenía mi mano sujetada entre la suya y acariciaba mis dedos entre los suyos. Sonreí. Aprovechó la posición para dejar un beso en la cima de mi cabeza. Solté un largo suspiro, comenzando a estirarme.
Jake se rió
—Buenos días —murmuró
—Buenos días -froté mis ojos—. ¿Qué hora crees que es?
—No lo sé, pero no me interesa.
Eché mi cabeza hacia atrás para que mis ojos se conectaran a los suyos. Ese color azul se volvió más claro gracias a la luz del día. Arrugué mi nariz por los rayos cayéndome de frente, imitó mi gesto, acercándose para rozar nuestros labios
Lo empujé, poniendo mi mano en su frente
—No me he cepillado los dientes —volví a acomodarme, con mi espalda pegada a su pecho
—¿Y eso qué?
—Que tendrás que esperar.
Resopló con aburrimiento. Nos quedamos un momento en silencio, disfrutando del pequeño y tranquilo momento.
El cual no duró por mucho cuando oí un teléfono sonando.
Lo oí. Soltó un largo suspiro cansado
—No pienso responder —murmuró
—Estás desaparecido, creo que deberías.
—Tan solo han pasado unas horas.
—Jake —pronuncié—. Estuviste aquí toda la noche.
—¿Y?
—Y no has vuelto a tu casa. No eres libre. De hecho, tienes muchas responsabilidades y lo sabes, deberías hacerte cargo de ellas. A menos claro que autoproclames tus vacaciones.
—Lo haré. A partir de este momento estoy de vacaciones.
—Mi padre te matará.
—No creo que sea tu padre quien llama.
—¿Ah no? —me volteé hacia él. Se quedó mirándome en todo momento, incluso cuando mi mano se hundió en el bolsillo de su pantalón, tomando de allí el aparato que no había dejado de sonar. Apenas lo sostuve, se detuvo
Leer lo que decía en aquella pantalla no fue difícil
—¿Lo ves? —se lo enseñé—. Mi padre.
—Eso no importa —me lo quitó, lanzándolo al otro sillón. Miré el movimiento, casi boquiabierta. Y tampoco pude procesarlo cuando volvió a dejarme tumbada junto a él—. Es temprano aún.
Sonreí un poco. También me sonrió, dejando un beso en mi frente
—Debemos volver a la vida real. —susurré
—La encuentro más interesante contigo.
Sus palabras me traían un revuelo en el estómago. No era normal verlo en esta faceta y mucho menos por mí. Era como un sueño cumplido.
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Un concierto para dos
RomansUn músico y una chica que se gana la vida haciendo tatuajes son polos opuestos, culturas distintas, tipos de arte distintos, sueños distintos. Podría decirse que son completamente diferentes, pero no era así. La vida los había separado en una ocasi...