Jake.
Los Ángeles nos recibió con su usual bienvenida.
Siempre fueron bastante atentos con nosotros. Desde la última gira en la que participamos, hasta ahora, cuando íbamos bajando del avión y el equipo de seguridad tuvo que hacer lo suyo.
Mis gafas de sol tapaban mis ojos en cuanto me dejé ver, esbozando una sonrisa hacia las fans que comenzaron a gritar hacia mí.
Josh fue el primero en pisar tierra, por lo que no tardó en acercarse para comenzar a firmar autógrafos. Vi varios carteles con mi nombre y hasta fotos de mí. Por lo tanto, decidí acercarme a un grupo de chicas, recibiendo un bolígrafo que me tendió una.
Puse un garabato con mi firma, para después mirar hacia la cámara que capturó varios momentos en ese pequeño segundo. Seguí firmando, aceptando halagos y demás obsequios que me tendían.
Gracias a aquella valla de metal, la gente no se arrojaba sobre mí. Sin embargo, debía admitir que había ocasiones en las que a veces eso sucedía.
—¡Jake! —oí un grito que atravesó mis oídos—. ¡Te amo, Jake!
Sujeté una especie de blusa que me arrojaron
—Wow... —la alcé hacia la desconocida—. Gracias... creo.
—Andando —Albert se me atravesó, poniendo su brazo frente a mí. Le tendí el último autógrafo a la chica y luego comencé a retroceder. Mi guardaespaldas vino detrás de mí—. Saliendo. —avisó por su audífono
—¿Maia? —le pregunté
—Con su padre. Fueron los primeros en salir. Te esperan en la camioneta.
—Ya, ¿me dirás que no extrañabas esto?
—Admito que en un momento pensé que Josh sería la sensación.
—Oh, por favor —me detuve para darle una sonrisa—. Soy Jake Kingstone, amigo. Yo siempre soy la sensación.
Puso mala cara, a pesar de que no podía verlo mucho debido a sus gafas negras complementando su traje de seguridad. Me dio un corto empujón, por lo que solté una pequeña risa y seguí caminando. Alcancé a saludar desde lejos a la mayoría de chicas que continuaban esperando, lamentándome por no poder acercarme.
Es parte de esto. A veces tengo tiempo, otras veces no.
Y eso que hoy tuve bastante, si contamos con que fueron cinco minutos exactos.
Antes son menos.
Los flashes captaron mi rostro, Albert me cubrió entero, abriéndome paso por entre la gente. Los demás guardias impedían el paso de todo el tumulto de personas, e ignoré a uno que otro micrófono que se me atravesó.
Paparazzi.
Nunca tienen nada bueno por decir.
Aunque esta vez me equivoqué, cuando escuché una pregunta que me dejó quieto
—¡Jake! ¿Qué hay de tu novia?
Me detuve, a pesar de que varias veces me han dicho que no lo haga. Ignorando las protestas de mi agente de seguridad, me dirigí hacia el hombre que lo pronunció, de inmediato las demás cámaras me enfocaron y los periodistas se pelearon entre ellos para que su micrófono estuviera cerca de mí
—Hola —saludé con mi encanto habitual
—¿Qué hay de tu novia, la modelo y empresaria? —se dedicó a decir
—Ese asunto quedó en el pasado. Lo he aclarado varias veces.
—¿Significa que su relación se terminó?
ESTÁS LEYENDO
Un concierto para dos
RomansaUn músico y una chica que se gana la vida haciendo tatuajes son polos opuestos, culturas distintas, tipos de arte distintos, sueños distintos. Podría decirse que son completamente diferentes, pero no era así. La vida los había separado en una ocasi...