CAPÍTULO 9

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Si Yo Fuera Tú – María Becerra, Paty Cantú

Génesis

Madagascar

Salimos del hotel y Chiri nos estaba esperando, apoyado en el coche. El mismo con el que fuimos ayer. Los chicos estuvieron en el recibidor después del desayuno hablando de lo mal que se encontraban y como iban al baño. Yo era la que se libraba, por el momento. Y esperaba que fuese así hasta que se les pasase la cagalera. Aunque mientras les duraba debería aguantar oír como cagan, algo poco normal y asqueroso.

–Buenos días Chiri – saludé al chico, quien me regaló una sonrisa. Hice lo mismo y me acerqué más.

–Buenos días Gen – saludó. Me abrió la puerta trasera del coche, invitándome a pasar a los asientos libres. Me senté en el asiento detrás del copiloto –. ¿Habéis dormido mucho? – preguntó y negué con la cabeza y cara cansada.

–Yo no mucho, pero Adri y Dani menos.

–Pobres – se lamentó –. Ey – saludó a mis amigos y hermano.

Se saludaron y Dani preguntó a nuestro guía sobre como había dormido y demás. Como ya era costumbre, ambos se fundieron en una profunda conversación mientras subían al coche.

Una vez todos, Chiri nos contó que nos adentraríamos en la selva a conocer a una familia que se dedicaba a buscar minerales en el río.

Grabé algunos clips con el móvil mientras llegábamos al sitio. Comenzaba a parecerme a los chicos grabando tantas cosas, pero al final del día, cuando dedicaba poco más de media hora para escribir en el diario, llegaba a la cuenta de que al final, serían estas cosas las que me quedarían. Además de los recuerdos que cada día almacenaba en la memoria y en el poco espacio de almacenamiento de mi IPhone.

Llegamos a una bifurcación, donde Chiri aparcó el coche. Bajamos y andamos un poco hacia la vera del río. Donde había una especie de barraca hecha a base de metales. Fuera de la cabaña, había unas niñas jugando con barro y unos cuencos también de metales. Enseguida nos miraron. Probablemente no estarían acostumbradas a ver a un grupo de turistas por ahí, pensé. Chiri se nos adelantó y habló con ellas. Se dieron abrazos y caminó hacia un hombre, que llevaba un gran recipiente ovalado y metálico. Iba con la ropa algo sucia por la tierra mojada que pisábamos.

Chiri de nuevo se acercó hacia donde estábamos parados sin saber muy bien que hacer. Dani y los chicos grababan alguna cosa, pero tampoco tanto como siempre.

–Hola – dije, acercándome a las niñas.

Me respondieron en su idioma y me regalaron una sonrisa.

–¿Cómo os llamáis? – pregunté en francés, con la leve esperanza de que me entendieran. El francés era hablado en gran parte de África debido a las colonias que permanecieron en las tierras africanas durante años.

Me dijeron sus nombres y también que hablaban francés. Al yo estar agachada para que la diferencia de altura no fuese tan grande, Dani se acercó a mi y se agachó.

–Hola – les saludó con una sonrisa.

Intentaban entenderse mientras yo no podía parar de mirar al español. Estaba con una sonrisa de oreja a oreja, sentado en el suelo manchándose de barro y hablando con las niñas, aunque no se entendiesen del todo bien. Incluso les hizo unas fotos y les encantaron.

–¿Quieres hacerte una foto con ellas? – preguntó mirándome y sacándome del trance y la embabia que me dio mientras le miraba hacer el día un poco más divertido a esas niñas.

Asentí, dejando de mirarle y posando toda mi atención en ellas. Dani nos hizo una foto con la cámara y nos la mostró. Todas las integrantes de la fotografía la miramos y sonreímos de nuevo.

–Me encanta – dije –. Luego pásamela cuando puedas – pedí y Dani asintió.

–¿Es tu novio? – preguntó la mayor de las niñas y negué levemente con la cabeza. Justo Dani estaba grabando y se nos oía perfectamente.

Es solo mi amigo – respondí en la lengua colonizadora del país.

De nuevo miré a Dani, que no entendía nada de lo que hablábamos.

–Pregunta que si somos pareja – dije, haciendo que su cara se transformase en una sorprendida.

–Ostia – ambos reímos tras su reacción –. Pues como que no.

Más tarde nos despedimos de ellas y pusimos rumbo hacia nuestro objetivo del día: la búsqueda de los lémures. Los animales autóctonos de la zona y uno de los favoritos de los chicos. Por la película de Los pingüinos de Madagascar.

🌍

Plex

Cuando nuestro otro guía sacó un altavoz para llamar a los lémures, me sentí en una simulación. No pensé que eso fuese a pasarnos. Pero, aunque no tuviera muchas esperanzas de que funcionase, a los cinco minutos escuchamos el ruido del lémur. Y efectivamente, vimos varios tipos de lémures.

Grabé al último que vimos y luego ya comenzamos a bajar hacia el coche. Ya que subimos parte de la selva para poder verlos mejor.

Caminábamos hacia el coche cuando Adri se me acercó. Otra vez ya iba a empezar con sus milongas sobre Gen. Seguro.

–Bueno, bueno, bueno – comenzó, rodeando mis hombros con su brazo –. Pensaba que estarías más con Gen hoy, pero poco te he visto atacar.

Soplé. En parte, razón no le faltaba. Después de nuestro encuentro con las niñas nativas apenas le hablé. Eso sí, no podía dejar de mirarla todo el tiempo. Cuando estaba distraída más que nada.

–No voy a forzar nada – intenté apaciguar el tema, pero era Adri, encontraba de donde sacar información de cualquier lado.

–¿Ahí algo que forzar? ¿Sentimientos quizás? Lo descubriremos en el próximo capítulo pues.

Hice una leve pausa.

–Espera que felicito a Amelia, mi manager. Ahora bajo.

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Capítulo corto, pero es mi cumpleaños y os había prometido uno, así que aquí lo teneís. Espero que os guste <3 

80 DIAS PARA ENAMORARNOS | PlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora