Han Jisung decide comenzar a escribirle pequeñas cartas a su más grande flechazo sin imaginarse que seria una garrapata por saber si era él quien escribía todo eso.
- Historía levemente corta.
- solo uno o dos capítulos no tan +18.
Era mitad de semana y no podía estar más que frustrado, los anteriores días tenía que lidiar con Minho y sus preguntas tontas: ¿escribiste eso? ¿Yo te gusto? ¿Quien fue quien las escribió? Bla bla bla, yo había negado absolutamente todo, si antes estaba detrás de él ahora él está detrás de mi, intentando obtener mi respuesta.
Y sabía que haría lo posible para que responda todo aquello, me dio cosas pequeñas, ya sea chocolates, flores, alguno que otro peluche, ¿por qué? Si solo eran notas, ademas, ¿por qué yo? ¿Tanto sospechaba de mi? Así continuaron mis días, tenerlo casi encima mío era algo raro pero divertido. Me divertía como se ponía en modo drama, parecía un niño pequeño cuando no le compras lo que quiere, haciendo aquellos pucheros los cuales quería besar pero me resistía.
- No, Lee Minho, no te diré nada más. No responderé nada, vete de aquí y deja de molestarme. — Le fruncí el ceño esperando a que se fuera pero sentí que tomo mis manos fuertemente mirándome.
- Salgamos, Jisung, ¿qué tanto costará una salida contigo? Has rechazado mis propuestas anteriores, por favor, dime que si... — No negaría que se veía tan desesperado, suplicando con su mirar, estaba en lo correcto, de las casi 10 propuestas de si podía salir con él no acepte ninguna.
¿Por qué estaba actuando tan de pronto así con él?
- No, Lee. No saldré contigo, ya te lo dije, hazle como quieras, no soy tan fácil. — Hizo un berrinche en medio de la cafetería, miraba a mi alrededor con vergüenza y jalando a mi mayor lejos de ese lugar.
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Y ahí estaba, con Minho encima aturdiéndome una y otra vez con sus preguntas de lo mismo.
Sin pensarlo, le di un golpe en la parte de su cabeza, o sea dándole un zape, de inmediato pensé en lo que había hecho mirando cómo es que se quedaba inmóvil mirándome, me levanté con los nervios a punto de consumirme vivo, retrocediendo pasos atrás, y sentí como se acercaba más.
- Ven aquí, Hannie, quiero abrazarte. — Su sonrisa divertida me decía lo contrario, ¡no fue fuerte el golpe, lo juro!
- No, prefiero mil veces que me coma un perro a que me abraces. — De pronto, estábamos Minho y yo, bueno, por mi parte huyendo de ese loco queriéndome lanzar una cartuchera en la cara, los estudiantes veían todo lo que estaba pasando escuchando sus risas y gritando cómo si de una carrera se tratara.
Si, Lee logro lanzarme una cartuchera y más, un cuaderno sobre mi cabeza.
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