4: Reminiscencia

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La puerta del Veleta sonó al abrirse, Tyler ni siquiera levantó la cabeza, concentrado en las instrucciones para utilizar la máquina de café. El antiguo barista se marcharía y él tenía que aprovechar a aprender todo lo que pudiera. Con un movimiento de cabeza, Josh lo envió a atender al nuevo cliente y fue ahí cuando Tyler la conoció por primera vez.

Se sentaba sola, junto a la ventana, alzó su mano como saludo al verlo acercarse y él no pudo evitar tragar en seco. Había escuchado de ella, la había visto de lejos, era la nueva maestra de Nunca Más. Una normie como ellos. Llegó a Jericó cuando él se encontraba en el campamento, pero seguramente conocía el altercado con Xavier Thorpe, después de todo, los alumnos de Nunca Más parecían decididos a que él no lo olvidará.

–Hola –dijo con una sonrisa incómoda –¿Puedo...?

–No nos habíamos conocido antes ¿cierto? –lo interrumpió, esbozando una sonrisa. Tyler negó con la cabeza extrañado –. Soy Marilyn Thronhill, enseñó en...

–Nunca Más. Lo sé. Escuché que la directora es una ferviente creyente de la ideología del contacto.

Marilyn soltó una suave risa.

–Eso son buenas noticias para personas como nosotros, normies. ¿Y tú eres?

–Tyler.

Ella alzó sus cejas con sorpresa y él pudo imaginarse todo lo que quizás había escuchado sobre él. Quería desaparecer.

La puerta se abrió y el sheriff entró con su usual prisa.

–Lo mismo de siempre –ordenó, saludandolo con un gesto de cabeza.

–Claro, papá. ¿Y usted, señorita Thornhill?

–Un capuccino, cariño. –Y le sonrió como si no conociera todo su pasado. – Y puedes decirme Marylin.

Un gruñido quejumbroso vibró en la garganta de Tyler incluso antes de que su consciencia volviera por completo. Lo primero que supo es que estaba tendido y desnudo, realmente odiaba despertar así. Sentía una superficie lisa y fría, y un penetrante olor a desinfectante.

Abrió sus ojos y sus cejas se unieron al ver la mortecina luz amarillenta y las paredes de piedra oscura. Cuando se quiso mover, descubrió que sus brazos y piernas permanecían atados a la mesa en la que estaba y una ligera sábana cubría su cuerpo desnudo.

–Al fin despiertas.

La voz de la chica cortó el aire como una espada.

–¿Merlina? –dijo perplejo, por un momento creía haber estado en Jericó, en su antigua vida de pueblerino promedio. – ¿Qué está sucediendo?

Y ahí estaba aquella mirada suplicante, sus cejas unidas en confusión, herido por ella. Merlina apretó sus labios furiosa y sin dudarlo caminó hacia él. Retiró las sábanas de su pecho y dejó caer alcohol clínico en sus heridas abiertas.

El grito de Tyler resonó en las paredes de piedra y ella lo disfrutó, esperando despertar su lado frío y lleno de desprecio.

–Merlina, por favor. No me hagas esto.

Y volvió a derramar el alcohol. Ella quería arrancarle esa máscara de bondad, amabilidad y dulzura que la había engañado antes. Tyler jadeaba y aunque estaba molesto, el odio aun no teñía sus ojos.

–Tu teatro no funcionará esta vez. Sé muy bien lo que eres.

–Por favor, déjame explicarte todo. Solo escuchame esta vez.

El Psíquico #Wyler  Saga: Mundo Oscuro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora