Epilogo

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El inicio de semestre había llegado más rápido de lo que esperaba. 

Las vacaciones habían sido más que adecuadas para cerrar un semestre en el que había servido como sacrificio para revivir a un genocida fanático. Después de su pequeña excursión al pueblo fantasmas, Merlina se tomó unos días para visitar a Enid en San Francisco, cumpliendo su promesa. Visitaron todas las escenas de los crímenes de Thomas Lake y Zodiaco, y tal como Enid había predicho, tuvieron siempre mejor clima de todos.

Tyler por su parte, había pasado aquel mes encerrado en una habitación de Willowhill. Atrapado en un cuadrado blanco y resolviendo test psicológicos como único pasatiempo. Tenía que admitir que no imaginaba que el Sheriff Galpin tenía una vena sádica.

Sin embargo, aquello no era más que un paso en el elaborado plan de su padre.

En cuanto regresaron de New Haven, con Bianca como souvenir en la cajuela. El sheriff, Tyler y su padre se encerraron en el despacho para hablar por horas. Por la mirada de su madre era obvio que estaba enterada de lo que estaba sucediendo -si no es que había sido su idea-, pero había preferido no decirle nada mientras curaba sus heridas.

–Sabías que nos atacarían ese día –dijo Merlina, soltando una de las teorías que no podían parar de dar vuelta en su cabeza. –Los licántropos.

–No digas tonterías, Merlina.

–Por eso lo cambiaste de celda –Morticia esbozó una sonrisa diminuta, cómplice –No le gustara saber la verdad. Los únicos momentos de amabilidad, los ha tenido de personas que planean utilizarlo como máquina asesina.

–¿Tú se lo dirás?

–Tal vez. Sería divertido ver como caes del pedestal en el que te idolatra.

–Adelante, querida. Si eso te hace feliz.

Tyler salió en aquel momento y un par de segundos después lo siguieron los dos adultos. Por la expresión del chico, Merlina bien podía apostar que había vuelto a ver a Laurel Gates dentro del despacho. 

Lo acompañó en silencio hasta su auto sin mencionar una sola palabra de las mentiras y manipulación de su madre. Era mejor guardar algunas municiones para el momento idóneo.

–Parece que tendré que ir voluntariamente a Willowhill –dijo, deteniéndose frente al auto. –Primero un campamento de conducta y ahora un hospital psiquiátrico, tendré que esforzarme mucho para superarme el próximo año.

–Por suerte tiene un monstruoso alter ego.

Que Tyler ingresara por sí solo y sin hacer un escándalo en los medios por una captura policial, era lo mejor que podía pasar para ganarse al jurado y bajar el perfil de su caso. Un pobre niño confundido, utilizado y torturado por una malévola maestra genocida. Esa era la historia que su padre contaría.

–Sé que es muy triste tener que ocultar la autoría de tus ataques, pero me temo que el jurado no suele apreciar la belleza de estos cortes. –señaló su padre, exponiendo las fotos de cada una de sus víctimas frente a Tyler.

–No me molesta en absoluto –aseguró rápidamente el chico.

El médico que había sido asignado al caso en el hospital, era un viejo amigo de su padre y él le había proveído toda la información de la trágica vida del chico para intentar inclinar la balanza de la empatía a su favor. Una jugada sucia a ojos de Merlina, pero sabía que podría funcionar.

El resto había sido bastante fácil. Había antecedentes de juicios favorables donde se alegaba un lavado de cerebro y era bastante fácil proveer de las evidencias, el mismo cuerpo del Tyler aún tenía las cicatrices en su espalda y las evaluaciones psicológicas indicaban claramente una condición de estrés post-traumático.

El Psíquico #Wyler  Saga: Mundo Oscuro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora