6: Un par de adolescentes problematicos

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Cuando Merlina despertó, lo primero que sintió fue su cabeza a punto de explotar. Un pitido en su oído le impedía escuchar algo más en su entorno y aquello le molestaba. A medida que la consciencia regresaba, el dolor solo aumentaba. Su cabeza no era lo peor. Sentía su brazo izquierdo en llamas y cuando intentó moverlo no podía. En el resto del cuerpo sentía punzadas como si la hubieran introducido en una doncella de hierro por horas.

Abrió sus ojos, reconociendo inmediatamente el dosel negro de su cama. La habitación estaba en completo silencio, pero no estaba sola. Tyler se alzaba junto a su ventana como una gárgola gigante acechando la noche. Merlina lo estudio silenciosamente, su postura erguida, las manos en sus bolsillos, su mandíbula apretada y una mirada de hierro. Sintió como su pulso se aceleraba y la adrenalina comenzaba a llenar sus venas.

Tyler se giró. El silencio se extendió entre ellos y cada uno de sus pasos retumbó en sus oídos.

–Hyde –murmuró Merlina, sin apartar sus ojos de él.

El chico sonrió con una mezcla de sadismo y repulsión, apretó el brazo herido de Merlina y saboreo su expresión de dolor. Sin embargo, ella no le dio la satisfacción de escucharla quejarse.

–Podría matarte en este momento.

–Podrías haberlo hecho antes, pero me ayudaste.

–No seas estúpida, no lo hice por ti. –Tyler se enderezó y dio un rápido vistazo a la habitación, caminando hasta una especie de mural –Veo que sigues obsesionada conmigo. – El mapa tenía camino de tachuelas negras que marcaban la ruta que había tomado desde Jericó, pero no solo era eso. Junto a cada una de ellas había una pequeña nota con el nombre de una persona. Cada una de ellas asesinadas, supuso Tyler. –y sigues estando completamente equivocada.

Merlina se deslizó de su cama y caminó hasta él, con su mano derecha sujetando firmemente el puñal que escondía en su ropa. Tyler o el Hyde mejor dicho, tomó dos tachuelas blancas y las colocó en su respectivo lugares quitando una tachuela roja que Merlina había colocado varios días atrás.

Para la fascinación de Merlina. El semblante de Tyler cambió en un parpadeo, incluso su postura completamente erguida y confiada pareció empequeñecerse. Sus cejas se juntaron con preocupación y sus ojos la miraron como si esperara que ella tuviera las respuestas a las preguntas que desconocía.

–Me seguían –le confesó. –Descubrí a alguien hace poco y lo perseguí hasta un claro del bosque.

Tyler tocó otro punto del mapa, un pueblo vecino que aún no tenía ninguna marca.

–Encontré un cuerpo mutilado. Creo que fue una escena plantada.

Merlina alzó una ceja en un gesto casi minúsculo.

–O puede ser que sea una confesión.

Tyler se giró hasta estar frente a ella, su cabeza ligeramente inclinada a un lado y sus ojos brillando con travesura.

–Por favor, Merlina. ¿No creerás nada de lo que diga?

–No eres conocido por tener un historial de honestidad.

–Pero sabes que sé esconder mi rastro perfectamente.

–Una cualidad fascinante, supongo.

–Parece que sí –respondió llevando sus ojos al mural.

Merlina sintió encenderse la ira dentro de ella y estaba segura que de haber sido ella otra persona, incluso se hubiera sonrojado.

–Quería saber cuando atacarias.

–¿Y en serio pensabas que dejaría un río de sangre para avisarte?

–No pretendo entender la mente distorsionada de un psicópata.

El Psíquico #Wyler  Saga: Mundo Oscuro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora