8: La manada

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Tyler pudo sentir el momento exacto en que atravesó la barrera de Morticia. La neblina ya no cubría el piso y aunque hacía un frío infernal, no sentía una sensación asfixiante en su pecho. El aire que le azotaba el cuerpo era gélido, pero no parecía cortar sus huesos; y las voces susurrantes habían desaparecido.

Miró con impaciencia al granero, por más que caminaba no sentía que se acercaba. Si tan solo se transformara llegaría en un instante... pero no podía. Su mirada bajó a Merlina en sus brazos, la sangre seca estaba pegada en su cabello y su rostro, las marcas de sus dedos estaban tatuados en su cuello y su abrigo estaba parcialmente destruido.

Lo peor de todo, es que había sido él el causante de cada una de aquellas heridas.

Cuando finalmente entró al granero, depositó a Merlina en el suelo. Cerró la puerta con un candado mohoso que poco ayudaría para protegerlos y corrió a la bolsas de provisiones. Su cuerpo tiritaba por el frío y el shock, sus manos ni siquiera podían abotonarse el pantalón que se había puesto. Rindiéndose, tomó el agua y con una camisa comenzó a limpiar las heridas de Merlina.

El corte en su frente, aunque bastante escandaloso, era la herida más leve. Retiró la sangre con mimo, rezando a cualquier dios que existiera por una sola expresión en aquel rostro muerto. Le retiró el abrigo destrozado y las vendas bañadas en sangre, sus movimientos eran lentos casi ceremoniosos.

Cuando terminó, Tyler bajó su cabeza sin poder verla, sin poder soportar el peso de la culpa. Estaba asqueado de sí mismo, de volver a sentir el control de Laurel sobre él, de ser un títere sin opiniones. ¿De qué le servía ser un mortífero monstruo si no podía controlarlo? Acaso no era más que un sirviente, una máquina, un arma...

-¿Lo acabaste?

Tyler alzó su cabeza de golpe. La voz de Merlina no era más que un susurro ronco, pero sus ojos... Sus ojos brillaban con más vida que nunca.

Para Tyler siempre había sido fácil ver a través de ella. Aquella mirada oscura, fiera y segura, era una ventana hacia la mente de la chica y a él le encantaba poder descifrar cada uno de aquellos pensamientos que ella tanto ocultaba. siempre lo sintió como un juego, un bizarro coqueteo en el que rozaban el peligro de la verdad.

Sus labios tiraron en una sonrisa aliviada.

-No te mueres con nada, ¿cierto?

-No eres un asesino muy competente.

Tyler soltó una carcajada. El estrés fluyendo fuera de su cuerpo y para su sorpresa, una mueca parecida a una sonrisa se formó en los labios de Merlina

-No creo que todos estén de acuerdo contigo.

-Novatos.

Merlina soltó un quejido casi mudo al intentar incorporarse, la sonrisa de Tyler se borró de inmediato, moviéndose rápido para ayudarla.

-No es necesario. Estoy bien -aseguró Merlina.

Sin embargo, no se opuso cuando Tyler la acomodó contra la pared, cubriendo su cuerpo con una sudadera de él. Tenía un ligero aroma a café molido, a tierra mojada por un huracán y árboles talados. Merlina sintió como su piel se erizaba, así que movió su talón torcido para liberarse de aquellos pensamientos.

Su mueca de dolor no pasó desapercibida y Tyler retiró su zapato con cuidado.

-Creo que necesitarás un médico.

-A menos que quieras regresar al pueblo... Un vendaje tendrá que ser suficiente.

Tyler le subió levemente el pantalón y colocó sus manos al inicio de las medias negras que llevaba. Sentía su pie caliente e inflamado, comparado con el resto de su cuerpo. Tyler la miró a sus ojos y ella asintió.

El Psíquico #Wyler  Saga: Mundo Oscuro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora