La tenue luz de la luna se filtraba por la ventana de mi habitación. No me gustaba. Quería estar a oscuras, pues esa era una de las pocas maneras que tenía de encontrar algo de paz. Si tenía suerte, conseguía dormirme, sin importar la hora o el momento del día, y si no era así, estando a oscuras fingía estar dormida. Porque así no tenía que pensar, no recordaba los recientes momentos duros que había tenido que vivir, los que me hacían sentir cada vez más vacía. Menos yo.
Me levanté para cerrar las cortinas y tener algo de paz otra vez. Sabía que Alan me regañaría por hacerlo, ya que no le gustaba encontrarlas cerradas, pero me daba igual.
Volví a tumbarme en la cama y me permití pensar un momento en la realidad, sólo uno. Mi vida nunca fue un cuento de hadas, pero jamás pensé que se volvería tan dolorosa.
Mi madre se llevó una parte de mi con ella cuando se fue, sabía que pasaría desde que me dijeron que estaba enferma. Pero eso no era lo único, de una forma o de otra, había perdido a mi padre también. Porque desde que ella murió no había querido saber nada más de mi. Mi hermano era lo único que tenía, y el pobre vivía constantemente preocupado por mi.
Fruncí el ceño y me removí en la cama cuando lo noté otra vez, el sentimiento de culpa. Me sentía culpable por no ponerle las cosas más fáciles a Alan, por no poder estar bien como él, o al menos todo lo bien que pudiera estar en realidad.
Supe que debía dejar de pensar en eso de inmediato, tenía que recordar momentos felices, eso me había dicho mi psicóloga. Porque no todo habían sido desgracias. Entre todo ese caos y esa oscuridad habían habido rayos de luz. Atisbos de felicidad. Como cuando había conseguido entrar en la carrera de medicina, después de tanto esfuerzo. La misma carrera que parecía estar escapándose de mis manos, pues llevaba tres meses sin ir a clase...
Negué con la cabeza. Lo seguí intentando, momentos felices, momentos felices... el corazón me dio un vuelco cuando mi mente volvió hasta él. Sonreí contra la almohada sin poder evitarlo. Él, sin darse cuenta, me había hecho sentir la felicidad y la ilusión más feroz que había sentido en mi vida. Seguía teniendo tatuados en la mente los nervios que sentía cuando estaba cerca, maldita sea, recordaba mis manos temblando cuando me cruzaba con sus ojos grises, esos que tenían una mirada intensa e implacable.
Habían pasado dos años desde la última vez que lo había visto. Repetía ese momento una y otra vez en mi cabeza, las palabras que habíamos intercambiado, las miradas, las sonrisas...
Le decía a Alan que había pasado página con respecto a él, que lo tenía superado, pero a menudo seguía viéndole en mis sueños. Porque un amor así no podía olvidarse de un momento a otro... porque, en el fondo sabía que, probablemente, jamás sería capaz de olvidarlo.
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𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝 | 𝐂𝐡𝐫𝐢𝐬𝐭𝐢𝐚𝐧 𝐆𝐫𝐞𝐲
RomanceEl corazón me dio un vuelco cuando mi mente volvió hasta él. Sonreí contra la almohada sin poder evitarlo. Christian, sin darse cuenta, me había hecho sentir la felicidad y la ilusión más feroz que había sentido en mi vida. Seguía teniendo tatuados...