𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟒

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Habían pasado dos días desde la última vez que había visto a Christian

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Habían pasado dos días desde la última vez que había visto a Christian. Y no podía negar que los había pasado recordando nuestras conversaciones de esa tarde. Me contó cómo le iba en el trabajo, pues era el CEO de una compañía de tecnologías de la comunicación. Al parecer le iba increíblemente bien a la empresa, y por lo tanto le iba igual de bien económicamente a él. Me alegré mucho y me sentí orgullosa. Siempre había sido inteligente y supe que triunfaría en la vida.

El simple hecho de haber pasado tiempo con él había tenido sus consecuencias. El dolor que sentía parecía algo más leve, después de mucho tiempo había sentido felicidad, y los recuerdos oscuros que me atormentaban desde hacía meses no habían pasado por mi mente esos días.

Había sido como tener un respiro de aire fresco.

Christian me había dado su número de teléfono antes de despedirnos, ya que yo lo había perdido al cambiarme de móvil hace un tiempo. Había pensado en escribirle esa mañana, para dar una vuelta o algo así, pero me había reprimido porque no quería agobiarle.

Me pregunté si mi petición del día anterior había sido demasiado egoísta... él no tenía por qué verse conmigo si no quería. Tampoco quería que lo hiciera si era el caso. Quería que le gustara estar conmigo tanto como me gustaba a mi estar con él. Pero eso era imposible.

Después de comer, mientras recogía la mesa con Alan, me di cuenta de que no le había la pregunta que había rondando por mi cabeza dos días antes. La que estaba relacionada con si había sido cosa suya el que Christian viniese a verme para pasear. Dudaba sobre ello porque me parecería extraño que hubiese venido por si mismo a visitarme, no me parecía algo propio de él y menos después de tanto tiempo. Si se lo había pedido Alan, eso me desilusionaría, porque entonces no habría venido porque de verdad pensara en mi, sino para hacerle un favor a un antiguo amigo. Si me confirmaba tal cosa, sentiría vergüenza, incluso. ¿Qué hubiera pensado él de tal cosa? ¿Por qué pensaría que iba a necesitarle yo precisamente a él?

El simple hecho de que pudiese empezar a atacar cabos y que descubriese que sentía algo por él me aterrorizaba. Así que recé porque no fuera así.

—Por cierto... —murmuré.
—¿Sí? —me respondió mi hermano.

Dejó unos platos en el fregadero y se giró para mirarme.

—Quería preguntarte una cosa desde el otro día. —respiré hondo y me armé de valor—. ¿Le pediste tú a Christian que viniese a verme?

Alan se quedó quieto un momento, luego reaccionó negando levemente con la cabeza.

—No, ¿por?

Moví un hombro restándole importancia y fruncí el ceño.

—Es sólo que no me parecía que fuera algo que él haría porque sí. —comenté.

Asintió con la cabeza.

𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝 | 𝐂𝐡𝐫𝐢𝐬𝐭𝐢𝐚𝐧 𝐆𝐫𝐞𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora