𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟑

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Nueve años antes

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Nueve años antes...

Coger la bici esta tarde no había sido tan buena idea cómo pensé. Había estado aburrida, una niña de trece años sola en casa con su hermano de dieciocho encerrado en su habitación y con sus padres trabajando debía ser la definición de aburrimiento total.

Por eso había querido dar un paseo en bici, y como sabía que mi hermano no iba a querer acompañarme, y que tampoco me iba a dejar ir sola... me había escapado. Pensé que no le necesitaba, aunque había cambiado de opinión al caerme de la bici y hacerme una buena herida en la rodilla.

Auch. Como escocía.

Había sentido una vergüenza increíble al volver a casa y darme cuenta de que Evan y Christian estaban ahí. Por suerte, había abierto y cerrado la puerta con cuidado y no había hecho mucho ruido. Fui a dejar la bici en su sitio y me apresuré a subir a mi habitación.

Aunque intenté no hacer ruido, supe que había fallado al oír la voz de Alan hablándome.

—¿Ana? ¿Todo bien? —dijo sin apartar la mirada de la televisión en el salón.
—Sí, todo bien, he bajado a por algo de comer —mentí—. Hola chicos.
—Hola. —respondió Evan.

Tanto él como Christian se giraron para saludarme y me moví de manera que no pudieran ver la herida.

—Hola Ana. —dijo Christian.

Unos segundos mirándome y supe que debía estar poniéndome roja otra vez. Maldita sea. Me apresuré a subir hasta mi habitación para que no se diese cuenta.

Cuando llegué cerré la puerta detrás mía y me senté en la cama. Suspiré al mirar la herida. Tenía que limpiarme la sangre e intentar curarla.

Fui al baño que había al lado de mi habitación y cogí un poco de papel. Pegué un gritito al pasar el papel por encima de la herida, que escoció como el infierno.

A la porra.

La dejé como estaba y volví a mi habitación. Me tumbé en la cama a esperar hasta que se fuera el dolor. No podía durar toda la vida. Un momento después escuché que alguien subía las escaleras.

Me tensé al instante y me senté en la cama. Debían haberme escuchado. Sentí unos nervios feroces cuando alguien tocó a la puerta.

—¿Quién? —pregunté.

Si era mi hermano y me veía así iba a llevarme una buena bronca.

—Soy Christian.

Oír su voz hizo que un escalofrío me recorriera el cuerpo.

—Puedes pasar. —le invité.

Christian abrió la puerta despacio y la volvió a cerrar tras él. Su mirada fue directamente a mi rodilla.

—¿Cómo te has dado cuenta? —me interesé, sintiéndome un poco tonta al preguntarlo.
—No se te da bien ocultar cosas, eso o que soy muy observador. —murmuró.

𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝 | 𝐂𝐡𝐫𝐢𝐬𝐭𝐢𝐚𝐧 𝐆𝐫𝐞𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora