𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏

370 10 2
                                    

Escuché un ruido que me despertó del profundo sueño en el que estaba sumida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Escuché un ruido que me despertó del profundo sueño en el que estaba sumida. Hice un gruñido contra la cama y me di media vuelta. Toc toc. Ahí estaba otra vez. Bufé y me obligué a contestar.

—¿Sí?

Me llegó la voz de mi hermano desde el otro lado de la puerta como respuesta.

—¿Puedo entrar?

Suspiré antes de hacer un esfuerzo y sentarme en la cama.

—Sí, pasa. —contesté.

Alan abrió la puerta despacio y después la cerró a su paso. Se acercó para sentarse a mi lado en la cama.

—¿Cómo te encuentras?

Debía haberme hecho esa pregunta unas quinientas veces en los últimos meses. Me fijé en que su pelo estaba un poco despeinado y en su mirada algo cansada.

—Bien. —la respuesta salió automática por mi boca.

Igual que las otras veces, no era cierto. Pero era más fácil así.

Él deslizó la mirada hacia mi mesita donde sabía que estaba viendo el sándwich que había. Frunció los labios.

—No te has comido la merienda. —me dijo en tono suave.

Parecía más preocupado que enfadado.

—No tenía hambre. —me excusé.

Mi hermano decidió dejar el tema y pasó una mano por mi piernas, fue una sutil caricia que me recordó que hacía mucho tiempo que no tenía contacto con nadie.

Me miró un momento a los ojos antes de volver a hablar.

—Vamos a salir hoy. —anunció.

Unos nervios ligeros se acumularon en mi estómago de repente.

—No me...

Me cortó antes de acabar la frase siquiera.

—Ana, tienes que salir, llevas una semana aquí encerrada. Necesitas que te de el aire.

Ahora fui yo quien fruncí los labios. Sabía que tenía razón, pero aborrecía la idea de salir a la calle. Aunque también sabía que no le convencería otra vez para quedarme.

—¿Daremos otro paseo? —supuse.

Él negó con la cabeza y entonces tuvo toda mi atención.

—Vamos a cenar con amigos. —dijo mirándome, como analizando mi reacción.

Sentí rechazo por esa idea al instante, pero fue la inquietud y nervios, que eran ahora feroces comparados con los de antes, lo que me hizo negar deprisa con la cabeza.

—Alan, no estoy lista...

Entonces se acercó y cerró sus manos entorno a las mías y me miró a los ojos. Respiré hondo.

𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝 | 𝐂𝐡𝐫𝐢𝐬𝐭𝐢𝐚𝐧 𝐆𝐫𝐞𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora