Capítulo 12: Explotar

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Cuando explotas lloras por todo lo que no lloraste antes

***

Duele...

Dolía. Y me dolía un montón.

»Sabes perfectamente que me iré«

¿Por qué la eligió a ella? ¿Acaso yo no era suficiente para él?

Estaba en el patio trasero de la mansión, debajo del mismo árbol donde me quedé dormida aquella vez que Azael me dejó aquí. No quería estar dentro del cuarto ni deambulando por la casa, ya que mi decisión de irme seguía siendo la misma. Lo recapacité. ¿Dónde iría? ¿A un hotel? ¿Y luego qué? Sin empleo no podía sobrevivir tanto tiempo. ¿Qué haría? Pasar la noche en un hotel era algo costoso. ¿Y después? ¿Cómo pagaría mi propia comida sin un trabajo estable? No tenía experiencia en nada y me asustaba la simple idea de exponerme al mundo por mí misma.

Era algo parecido a cómo me sentí cuando mamá murió. A pesar de haber estado alejadas porque jamás había ido a Lakewood a verla, sabía que si me separaba de Everett tendría un lugar a donde ir o quién me ayudaría económicamente. Cuando ella se fue, Everett estuvo para mí, así que nunca creí estar sola. Pero ahora sin Everett ni mi madre... ¿qué me quedaba? Nada.

Sollocé. Un estruenderoso trueno me hizo dar un respingo. Miré al cielo abarrotado por nubes de tormenta y luminoso por relámpagos y descansé la parte trasera de mi cabeza en el tronco del árbol mientras una lágrima resbalaba por mi mejilla.

Pensaba en cómo había sido mi relación con Everett. Mágica pero a la vez tan dependiente. Aún no podía creer que ni siquiera haya tenido los cojones de defender mi nombre cuando su propio mejor amigo y Beatriz se atrevían a resaltar alguna fealdad de mi cara o decir que Flor era mucho más buena que yo en todos los aspectos. Después de todos estos años, ¿cómo es que permitió que me llamaran depresiva por lo de mi madre? 

Estaba decepcionada. Completamente decepcionada.

Fue la primera vez que me sentí... sola. En un pueblo frío, tenebroso y oscuro. En una mansión que no se sentía la presencia de mamá ni que era mía a pesar de que también vivía ahí. Sin Bruce ni mis amigas de la ciudad. Sin saber qué hacer, si irme o tolerar un poco más hasta hallar un empleo en otro lugar. 

Supongo que podía hacerlo. Mantener este trabajo mientras buscaba otro en la ciudad. Sentí impotencia de solo entender que no tenía otra opción. O me quedaba aquí o dormiría bajo un puente durante unos días. 

Ese sería el camino fácil, pero escapar de aquí seguía retumbando como una buena idea para proteger mi paz mental. Y sobre todo la física, porque aunque ahora tuviera otras cosas en la cabeza no me olvidaba del horrible y extraño suceso en el bosque.

Cuando la tormenta cayó sobre mí, lloré. No pude ser fuerte. No quería serlo. Todo había salido fatal desde llegué aquí. Al menos hasta el velorio de mi madre sentía angustia, ¿pero ahora? Ahora sentía que mi vida se desmoronaba y que era lo suficientemente valiente como para seguir sola.

No sé cuánto tiempo estuve llorando debajo del árbol. Pero tuve la imagen perfecta de Locky corriendo al tronco donde estaba yo y mojando su pelaje dorado al estar bajo la lluvia. El cachorro llegó a mí y, como estaba cabizbaja, levantó mi mirada con su hocico al chocarlo suavemente contra mi mentón.

Sacudí con la cabeza, reaccionando. Lo miré con los ojos llenos de lágrimas, los labios despegados y la nariz aguada y rojiza.

Loky puso una de sus patas sobre mi mano, jadeante.

Sonreí a boca cerrada y puse una mueca, pues volvería a llorar. Rodeé su cuerpo peludo con mis brazos,lo abracé y le acaricié el pelaje mientras lloraba con más fuerza.

El Secreto de los 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora