Capítulo 9: Bestia

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Los cinco juntos en una sala: explosión de mentes.

———

—Ya está despertando —oí a Azael decir—. A ver, pásame el vaso de agua.

De repente di un respingo y abrí los ojos, sintiéndome helada y completamente mojada.

Mi vista tardó en aclararse. Traté de enfocarla en Azael hasta que poco a poco empecé a ver con claridad y  me di cuenta que la cabeza de Nariman estaba asomada por encima de su hombro mirándome con atención y los ojos entornados.

Me percaté de que mi cuerpecito estaba titilando entre el frío y la perplejidad.

—Creo que aún no despertó del todo —dijo Baal mientras jugaba videojuegos en su iPhone y giraba la cabecilla a Azael—. Tírale un balde de agua mejor.

Maldito mocoso del demonio.

—Mírala, parece un cachorrito mojado —canturreó Nariman estando detrás de Azæl—. Ay, le empezaré a decir así.

Seguía igual de temblorosa para cuando Alik bajó las escaleras con una toalla en manos. Se le veía más serio que de costumbre. Con ese semblante, se acercó a mí y me envolvió con la tela como una niña pequeña.

Alik se puso de cuclillas frente a mí y con los extremos de la toalla secó mis mejillas, mi frente y cuello. Lo miré con las pestañas mojadas. Él me observó unos momentos hasta que volvió a pararse soltando un resoplido y se sentó en un sofá individual.

Azael le lanzó una simple pero penetrante mirada fulminante, pero luego sacudió la cabeza y me miró.

—¿Qué hacemos todos aquí? —mascullé.

—Pues... —intentó decir Nariman.

—¿Recuerdas qué pasó antes de despertar? —preguntó Azael de la nada.

Tenía la mente blanca y el ambiente extraño, incómodo y tenso en el que me encontraba no ayudaba a mi memoria. Mucho menos cuando tenía a los cinco rodeándome..

—No —respondí, dudosa—. ¿Saben qué pasó?

Atisbé un alivio en los claros ojos de Azael. 

—Pues mira, cachorrito, que te has desmayado —respondió Nariman con simpleza.

—¿Ah? No recuerdo haberme...

—Te encontramos tirada en el pasillo de las habitaciones, justo afuera del cuarto de Nariman —me interceptó Azael.

La nota de Azael sonó desconfiada. ¿Acaso creía que mentía?

—¿Habías desayunado, Audrey? —interpeló Nariman con un aire divertido.

—No desayuné bien —dudé—. Solo recuerdo estar limpiando los cuartos y...

Me detuve.

Un flashback invadió mi mente: Debajo de la cama, un espejo en frente, gemidos, la cama rechinando, más gemidos, una navaja ensangrentada cayendo delante de mis ojos, un líquido espeso y rojo salpicando la pared, una melena rubia, un diálogo curioso...

Mi corazón se agitó cuando miré a Nariman. De repente Nariman no parecía para nada divertido ni entretenido.

Su rostro... Algo en el había que evocaba en mí una sensación de horror. No sabía qué, pero el solo verlo me produjo una pérdida de fuerza en el cuerpo y ni siquiera pude mantenerme sentada en el sofá. Sentí cómo caía de lado con lentitud y mis ojos volvían a cerrarse.

El Secreto de los 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora