Capítulo 17: Entrenamiento

936 95 12
                                    

Métodos de defensa enseñados por los cinco: ACTIVADO, porque esto no ha terminado.

———

—¿Me estás diciendo que los chicos han roto al ventanal con un vaso, y solo porque su equipo de fútbol perdió Azael le hizo un agujero a la puerta de la entrada con un puñetazo? —inquirió Teodora, arrugando su frente.

Sonreí inocentemente.

—Oh, sí, estaba muy cabreado —asentí con un mohín muy creíble.

Teodora pestañeó.

Estábamos en la cocina mientras a nuestro alrededor unos trabajadores se encargaban de arreglar el ventanal que el felino había destrozado. Teodora vino solo para asegurarse de que hicieran bien su trabajo, y en lo que le platicaba cómo fue todo (vale, una mentira) compartíamos una taza de café estando recargadas en la isla, una frente a la otra.

—Pero que si la ha tirado pero completita, eh —exclamó, aún sin poder creérselo—. ¿Y el ventanal? ¿Qué se supone que pasó?

—Pues Af tenía mucha hambre —recalqué como explicación. Teodora puso una cara de oh, tiene sentido—. Baal se fastidió por su insistencia y comenzaron a lanzarse cosas. Entre esas cosas un vaso que le dio al pobre y costoso ventanal.

—Pero demasiado costoso —resaltó ella—. Si los señores Cass estarían aquí ya estaría despedida.

—Prometo pagar los daños —aseguré, apenada—. Después de todo, sucedió estando ellos a mi cargo.

—Claro que no, cariño. Nariman ya dijo que él pagaría las dos puertas —le restó importancia—. Pero todavía no entiendo cómo esto era un desastre cuando llegué... —Su mirada se profundizó en la mía, pensativa—. ¿Qué ocurrió?

—Pues Azael se puso de mal humor, Alik y Nariman no lo aguantaron y que se echaron a coñazos —fingí un chasquido en plan: no tienen remedio. 

Teodora abrió la boca. Pero que si se lo estaba creyendo todo.

—¿Se han agarrado... a golpes? —soltó, incrédula.

Hice una expresión de sorpresa, como toda una dramática.

—Una locura —murmuré.

Teodora y yo negamos con la cabeza al mismo tiempo como dos señoras echándonos un buen chisme del barrio. De la misma forma, bebimos de nuestro café.

—¿Y es por eso que la mansión estaba tan destruida? —continuó con sus preguntas—. Que cuando llegué parecía que una estampida había pasado por aquí.

—Se revolcaban cuán salvajes.

—Joder, habrá sido muy duro para ti. Sé que no estás acostumbrada a tanta violencia.

Le di un sorbo al café para ahorrarme comentarios (y expresiones que me delaten).

—Vale, al menos no estabas sola, ¿verdad? Estaba Bruce contigo —me dijo de repente.

La miré con una ceja alzada luego de dar el trago.

—Sí —mascullé en un hilo de voz dudoso—. ¿Sabes su nombre? No recuerdo habértela presentado.

—Oh, querida, ella no necesita una presentación. La conozco bien.

—Pero claro, es un pueblo pequeños, todos se conoc...

—Después de todo, ha sido novia de Addue durante mucho tiempo.

Ni siquiera pestañeé.

—¿Qué es lo que has dicho? —me escuché decir entre la incredulidad y sorpresa.

El Secreto de los 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora